El país vive en este momento una profunda crisis de credibilidad en sus instituciones, de tal modo que cualquier cargo público electo o de libre nombramiento está obligado a triplicar sus esfuerzos en materia de transparencia y rendición de cuentas. El manejo llevado por el Gobierno en las relaciones con Estados Unidos dista mucho de ese ideal. Por el contrario, parece enrarecer cada vez más una situación de amenaza existencial a la Nación. Las inconsistencias en las explicaciones en cuanto a los términos de los acuerdos con el Departamento de Defensa de Estados Unidos, y la incertidumbre sobre qué se firmó respecto a los peajes, abre una duda razonable entre la población sobre los peligros que se ciernen sobre la soberanía. La única manera de evitar que esa crisis de credibilidad se transforme en una crisis de legitimidad de cara a la población, es hablar con la verdad a los panameños. Si el Gobierno quiere sumar a los diversos sectores del país para construir un solo bloque ante las intolerables pretensiones de Donald Trump de militarizar Panamá, tiene que abandonar el discurso descalificativo e incorporar a todas esas fuerzas bajo una sola bandera. Todavía podemos evitar una convulsión social con consecuencias inciertas y abrir el camino para la unidad nacional frente a las presiones de Washington.

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