El reconocimiento del presidente José Raúl Mulino de que el multilateralismo es el camino para que las naciones pequeñas puedan defenderse de las arremetidas de las grandes potencias, es un paso importante en la necesaria lucha por la defensa de la soberanía. Sin embargo, dichas declaraciones no pueden quedarse solamente en las letras de un discurso; requieren materializarse en políticas concretas de acercamiento a países amigos que estén dispuestos a colocarse del lado de la verdad y justicia histórica de Panamá. El contrasentido de “viajar solo” en esta batalla contra las pretensiones del gobierno de Donald Trump debe quedar en el pasado. Panamá tiene que activar todos los recursos posibles en los organismos internacionales, incluyendo el Consejo de Seguridad de la ONU, donde el país tiene un puesto. Basta de declaraciones contradictorias e información a medias sobre lo que se discute con Washington; la ciudadanía tiene el derecho a conocer toda la verdad en torno al alcance de los acuerdos pactados. No está en juego solamente el sacrificio de miles de panameños que durante todo el siglo XX lo dieron todo por recuperar el Canal, sino también el futuro económico y político del país. Panamá no tiene por qué tomar partido en una Guerra Fría entre China y Estados Unidos. No es nuestra guerra; somos una nación con vocación de paz.
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