La visita del secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, con el mismo discurso, sin pruebas, sobre la supuesta “influencia china” en el Canal, se enmarca de manera coherente en la estrategia de la Casa Blanca en reforzar la proyección de poder de Estados Unidos. Lo planteado por Hegseth es consistente con lo dicho por Donald Trump desde antes de asumir la presidencia. Contrario a la parte estadounidense, desde Panamá la concordancia entre el discurso y las acciones parece diluirse cada día. Aunque el presidente José Raúl Mulino mostró una postura inicial contundente en defensa del Canal, ahora hay un manto nebuloso en torno a cuáles son las acciones que lleva el Ejecutivo. El Gobierno anuncia que defiende la soberanía, pero luego permite de manera reiterada que funcionarios estadounidenses de altísimo perfil emitan declaraciones que refuerzan narrativas plagadas de mentiras e imprecisiones, sin ningún tipo de corrección ni llamado de atención por parte de las autoridades. No se trata de confrontar directamente a Estados Unidos, una nación aliada y con la que Panamá debe fortalecer sus lazos, pero eso debe darse en términos de respeto y salvaguardando los intereses del pueblo y la Nación. Estos manejos erráticos debilitan la confianza de la ciudadanía en el Ejecutivo y mandan un mensaje equivocado a la comunidad internacional. Ya no es momento de discursos, sino de políticas concretas para la defensa de la soberanía.

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