Cuando el Instituto para la Formación y Aprovechamiento de Recursos Humanos (Ifarhu) se creó a mediados de los años 60, el espíritu y fines de la entidad eran claros: apoyar la formación de jóvenes que no tenían la capacidad económica para estudiar. Sin estar exento del oportunismo político ajeno al interés nacional, el Ifarhu sobrevivió a los abusos de distintos gobiernos que han ido desnaturalizando la entidad por años. Como suele pasar en Panamá cuando atracan los recursos del Estado, los beneficios van a bolsillos privados y las pérdidas las paga la población. Según su actual director, la entidad está en quiebra, adeuda unos $178 millones y más de 200 mil estudiantes podrían verse afectados. Todavía peor es que, quienes merecían y utilizaron correctamente los apoyos, temen ser vinculados con los hijos de empresarios y políticos, que aún pudiendo pagar sus estudios, prefirieron aprovecharse del Ifarhu, cual caja menuda de favores desde el poder. El gobierno está obligado a cambiar el rumbo del Ifarhu, de no hacerlo, será un cómplice más de su desfalco. Reingeniería de la institución y condenas ante la ley para los responsables.

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