Que los Países Bajos mantenga a Panamá en su “lista negra” de naciones que, supuestamente, no cooperan en materia fiscal, es una decisión desafortunada y hostil con nuestro país. Resulta paradójico que este reino europeo, que exige a otros Estados una mayor disciplina fiscal, sea uno de los más laxos en este tema dentro de la Unión Europea, de manera que incluso socios de este bloque han cuestionado este ejercicio de doble estándar. La postura del presidente José Raúl Mulino ha sido cónsona con lo dicho anteriormente, al anunciar el veto a empresas de este país en licitaciones con el sector público y cerrar el apoyo en organismos internacionales. Una postura correcta, pero reactiva e insuficiente. Es el momento de pasar a la ofensiva y plantear una diversificación de los socios comerciales de Panamá. Reforzar la unión con países que no impulsan sus relaciones bilaterales a golpe de alardes coloniales, atribuyéndose el derecho de dictar a un país soberano cómo dirigir su política interna.

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