El número de víctimas mortales por la dana en la provincia de Valencia se eleva a 212, de las que 183 están ya plenamente identificadas, según el último...
Tras los resultados que arrojaron las pasadas elecciones generales, pocos dudan que existe una crisis del sistema de partidos políticos en Panamá. Otrora mecanismos para canalizar los distintos intereses que pugnan en la sociedad, ahora son estructuras anquilosadas y vacías de contenido. Esta debacle no es patrimonio exclusivo de un partido en específico, todos fueron castigados con el voto de alguna forma u otra. Además, no es la primera vez que ocurre algo así en el país, tuvo lugar con liberales y conservadores en las primeras décadas de la República y luego con los partidos guiados por caudillos previo al golpe de Estado de 1968. La irrupción de las candidaturas por libre postulación en 2024 son un síntoma de esa crisis, pero aún está por verse si será suficiente para oxigenar el sistema político panameño. Los partidos pueden y deben jugar su papel en la consolidación de la democracia, siempre que se mantengan conectados con los intereses de la población y dejen de ser maquinarias electoreras. Mirémonos en el espejo de Venezuela y El Salvador, populismos de izquierda y derecha, que terminaron sustituyendo mecanismos democráticos imperfectos, en sistemas autocráticos al mando de cúpulas mesiánicas. Panamá aún puede evitar ese destino.