Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
De todas las fiestas que celebra el ser humano, la Navidad es una de las más importantes. Resulta gratificante que, pese a los tiempos convulsos, de vertiginosos cambios tecnológicos y de tensiones políticas y sociales, las tradiciones se mantienen intactas. La nostalgia propia de la época decembrina nos revitaliza y reúne con seres queridos y con las memorias de aquellos que ya no están. Sin embargo, hay veces que el verdadero sentido de esta celebración se ve opacada por el dispendio, la desmesura, los excesos y el consumismo. No debemos olvidar que el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios en Belén, ocurrió en un humilde pesebre, único lugar que encontró José para que su esposa diera a luz. Recordar y revivir ese momento debe llevarnos a activar la solidaridad y la atención a los verdaderos y más graves problemas que vive la humanidad. Debe, también, conducirnos a fomentar una conciencia crítica y transformadora en los cristianos ante las situaciones de injusticia y desigualdad en la búsqueda de ese deseo de vivir en paz. Estos días son, de cierto modo, un impulso a la acción y a la reflexión. Momentos para defender y celebrar la vida. Para invitarnos a nunca claudicar y no perder la esperanza, pese a las incapacidades globales para frenar las violencias, las injusticias y las guerras. ¡Feliz Navidad, queridos lectores de La Decana! Que nunca soltemos la fe y que la unión prevalezca en nuestros hogares.