La discusión sobre el futuro de la mina de Donoso debe atenderse de manera sosegada, con información real, aspirando a construir un consenso, establecer un balance entre lo deseable y lo posible, y pensado siempre en los mejores intereses del país. Aunque las reformas a la Caja de Seguro Social se convirtieron en ley, siendo el primer logro político del gobierno en menos de un año de gestión, sería una mala lectura pensar que dicho éxito representa la imagen de un país unido en un asunto tan polarizante como la seguridad social. El tema minero no escapa a esa lógica de polarización. Panamá es un país diverso en el que confluyen distintas formas de pensar, de modo que no se puede pretender establecer un modelo único y esperar que toda la población esté a favor. Los desacuerdos siempre existirán; la diferencia subyace en que los países que progresan resuelven esas diferencias democrática y pacíficamente. Los llamados a huelga y cierres de calles de distintos gremios no ayudan en absoluto para el desarrollo de consensos. La retórica hosca y rompedora de cualquier puente de comunicación, desde algunos sectores del gobierno, tampoco ayuda para ese encuentro necesario por el bien del país. Depongamos de una vez por todas los intereses mezquinos y pongamos a Panamá primero.

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