El 11 de noviembre de 1918 cesaron las bombas en Europa. La Primera Guerra Mundial estaba por terminar. “La Paz es un hecho”, tituló con entusiasmo “La Estrella de Panamá” seis meses después, sin saber que esta sería una breve pausa para un conflicto aún peor, de millones de muertos y una destrucción sin precedentes. El mundo previo a la “Gran Guerra”, encuentra sorprendentes similitudes con el convulso escenario que vivimos actualmente. Decadencia de imperios hegemónicos, crisis económica, descomposición del orden internacional y pugna de los capitales por los recursos en el planeta. Para esos primeros años del siglo XX, como bien lo recogen las centenarias páginas de La Decana, Panamá era una república en ciernes. Un Estado débil y en formación. Entonces, terminamos como furgón de cola de la iniciativa militar de EE.UU., que recién había instalado su control sobre la Zona del Canal. A 106 años de aquella guerra, lamentablemente no es descabellado imaginar hoy un conflicto de esa escala ante las contradicciones geopolíticas que se profundizan cada día. Panamá, ahora como una República centenaria, debe asumir una estricta defensa de la paz y la neutralidad, una política exterior independiente y cuyo norte sean los intereses de los panameños y la humanidad.

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