Llega noviembre y con él llega el tiempo en el que celebramos cada hito que nos hizo patria. Más allá de izar la bandera o lucir los trajes típicos, debemos recordar lo grande que somos y lo que hemos conseguido. Es triste que al día de hoy escuchemos a líderes que intentan inspirar- a través de discursos patrioteros- a la ciudadanía. No tienen la moral para hacerlo, y son ellos los protagonistas de la toxicidad distribuida en medios y redes sociales. Este tipo de mensajes nos hacen olvidar lo maravilloso que es nuestro país; y nos sumergimos en la ola del pesimismo y la crítica destructiva. Olvidamos, además, que somos un país que se hizo grande con el apoyo genuino de muchas naciones que creyeron en lo grande que somos y en el potencial que tenemos. Lamentablemente el descreimiento hacia los valores que nos han identificado nos ha debilitado como nación. Nunca debemos olvidar que somos un lugar de gente cálida, feliz. Somos privilegiados por nuestra posición geográfica, gastronomía, cultura, clima. Somos mar, montaña. Somos puente del mundo. Y sí, somos el mejor país: hay que creerlo y trabajar por él. Que el rojo, blanco y azul nos recuerde la valía de este istmo valiente y determinado. ¡Qué viva Panamá!

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