El balance quinquenal

Llega a su final el gobierno del presidente Ricardo Martinelli Berrocal. Un quinquenio que hubiera podido pasar a la historia buena de los gobiernos democráticos; al fin y al cabo, ninguna administración dispuso de tantos recursos económicos para poder resolver los problemas que siguen agobiando a los panameños más necesitados. Las prioridades fueron otras. Ricardo Martinelli se impuso como meta reelegirse. Cuando se percató de que la antipatía por la reelección presidencial era manifiestamente mayoritaria, dispuso de todo lo que tuvo a su alcance para mantener a su partido en el poder. Las estrategias no le funcionaron. Los panameños siguen distinguiendo entre quienes les hablan con sinceridad y quienes los embelesan para conseguir un voto cada cinco años. En el balance necesario que hay que hacer, están las megaobras del gobierno, que sin duda fueron un factor determinante en el crecimiento económico y en la baja tasa de desempleo abierto. Hay que decir que algunas fueron muy cuestionadas por sus impresionantes sobrecostos. También está la duplicación de la deuda pública en estos cinco años. Y el debilitamiento, casi hasta la anorexia, de las instituciones de control. El presidente saliente no se va por la puerta grande. Él, con sus actos, se encargó de achicarla.