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- 18/10/2019 20:47
Migración
No se puede negar la molestia que causó en la sociedad panameña el ingreso desordenado de extranjeros en los dos últimos períodos gubernamentales. Muchos extranjeros entraron con el objeto de invertir y otros huyendo, en especial venezolanos adinerados que vieron una oportunidad para seguir con su estado de vida y, a la vez, estar cerca de su patria.
Pero en la oleada, la política migratoria panameña fue sumamente errada, porque dejaron entrar a buenos y malos. En pocas palabras, aquí entró gente que vino a invertir, gente que vino por un trabajo y muchos a delinquir. El denominado “Crisol de Razas” fue un absurdo, porque no se trató de una migración inteligente. Ahora, pretender prohibir o limitar la migración es una propuesta de lo más ilógica.
Panamá, para lograr el grado de desarrollo a corto plazo, necesita de la migración. De hecho, aquí hubo una migración coordinada e inteligente cuando se trajo a educadores de la talla de Richard Newman, etc., en las primeras décadas de la República, que vinieron a participar activamente en el sistema educativo. También fue el caso de médicos extranjeros que vinieron a ayudarnos cuando más lo necesitábamos.
El caso de Singapur y otros países que han logrado niveles de desarrollo admirables, se debe a que han establecido una migración inteligente. Singapur, por ejemplo, tiene 40 por ciento de su población que es extranjera.
Panamá no debe cerrarse a la migración, es más, debe abrir muchas profesiones hoy solo reservada para nacionales, para que la ejerzan extranjeros, porque eso obligará a que se adquieran nuevos conocimientos y se mejoren las competencias. Usar el tema migratorio de forma política, es un populismo barato que a la larga nos atrasará como país.
¡Así de simple!