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- 07/09/2023 00:00
Violencia invisible: hombres maltratados
La violencia doméstica la sufren los miembros de la familia desde el cónyuge, la pareja o expareja, entre otros, y es una violencia física, psicológica y económica castigada en nuestro país. Se diferencia de la “violencia de género contra la mujer”, que es la violencia estructural o machista que realiza el hombre contra la mujer por el solo hecho de serlo, que se da tanto en el ámbito público como privado, en la cual la forma más grave es el Femicidio.
De enero a julio de este año se han registrado 10 668 denuncias de violencia doméstica en el Ministerio Público, aunque estas cifras no precisan la edad ni el sexo tanto de los agresores como de las víctimas, la clase de violencia o el tipo de arma o medio empleado con frecuencia, aunque es un hecho evidente que son las mujeres las que tienen mayor riesgo y sufren de violencia doméstica por parte del sexo masculino o en relaciones heterosexuales.
Y ante esa falta de datos, viendo más allá de esa violencia convencional o heterosexual, abominable, estructural y machista que tiene atrapadas a las mujeres, habría que preguntarse: ¿existen hombres maltratados? Solo hay que remitirse a las estadísticas de los años 2016 y 2017, en las que se registra que los “hombres han sido víctimas” de violencia doméstica: 8667 del sexo femenino, y 1616, y en el año 2017, 255 mujeres frente a 46 del sexo masculino, realidad que se está haciendo visible en otros países.
Por otro lado, en el hombre se repite el patrón controlador, hay un síndrome de maltrato y se culpabiliza a la víctima de la violencia. El hombre maltratado sobrevalora a su pareja, oculta su situación por diversos motivos, entre otros, porque tiene miedo a hacer el ridículo, y se le amenaza diciéndole que si denuncia el abuso lo “pagará caro”, y en este último supuesto no han faltado ocasiones en que la mujer se autolesione o consigue a alguien para que la lastime, para luego vengarse de su pareja.
Respecto al perfil de la maltratadora da una imagen de ser alegre y amable, aunque en el hogar se muestra con el hombre agresiva, celosa, controladora, manipuladora, le provoca golpes, lo patea, empuja, chantajea, o lo humilla. Es grosera, controla el dinero, los celulares, lo violenta sexualmente, lo amenaza con armas blancas, o impone el aislamiento social de los amigos, de la familia, o de los hijos o trabas para ello y habla mal de la familia y amigos (Barja, 2023).
Quizás no podamos creer que ocurra este tipo de violencia, porque estadísticamente la violencia masculina contra la mujer es superior y porque “las mujeres son siempre dulces, frágiles, educadas y tienen empatía”, pero es una realidad, e históricamente se dice que Abraham Lincoln tenía una problemática relación con su esposa Mary Todd, mujer excéntrica, enigmática, y con un fuerte temperamento (Burlingame, 2013), que señalan que le amargó la vida por sus estallidos de cólera y su forma burlona (J. M. Zavala, 2019).
En resumen, “la violencia es violencia”, así es el lema de una campaña en Reino Unido, en donde no distingue por género, incluye pues a hombres como mujeres, y yo añadiría que hay que extenderla a otras situaciones que ocurren, hoy en día, de hombres maltratados por hombres y mujeres maltratadas por mujeres (Cantera Espinoza).