• 24/10/2019 00:00

El plagio, un reiterativo vicio intelectual

“Debo señalar que en ese delito han incurrido, en muchos países, escritores, a pesar de que poseen cierto talento admirable, como fue el caso muy escandaloso (de) un cuento de Navidad [...]”

Conozco de escritores brillantes en la humanidad y también de algunos no menos talentosos en nuestro país que han caído en la tentación de plagiar, porque les ha encantado el escrito ajeno; como pueden ser poesías, cuentos y novelas.

Debo señalar que en ese delito han incurrido, en muchos países, escritores, a pesar de que poseen cierto talento admirable, como fue el caso muy escandaloso en que un cuento de Navidad que calzó con su firma, aun teniendo sobradas capacidades para una producción propia, en que todos los años para la fiesta de Navidad un diario premiaba al mejor cuento alusivo a esa fecha que consagra el mundo cristiano.

Ese cuento, recuerdo hace muchos años, se titulaba “El Reloj”, en idioma de Shakespeare se titulaba “The Watch”, y un oriundo de España, el supuesto autor, se atrevió a presentarse para cobrar el galardón. No debo mencionar el nombre de aquel distinguido intelectual y escritor que incurrió en semejante escándalo por aquel tiempo de la década del 50, cuando todavía no estaban amparados los derechos intelectuales como se ha impuesto en los últimos años para sancionar a los que se apoderan de las letras de lo que no es suyo.

Otro tipo de plagio al cual debo hacer referencia fue el que se cometió en el concurso Ricardo Miró en los inicios del proceso revolucionario del general Torrijos, cuando un joven incurrió en términos de bajeza moral no aptos para el desarrollo de nuestra cultura, era entonces y se mencionaba a un círculo literario llamado el Grupo de los Siete, el premiado fue instigado a presentarse con una obra titulada “De parte interesada”, la que fue acremente censurada por escritores de alta decencia.

En adelante se cuidaron mucho nuestros escritores de incurrir en pornografía detestable, ya que en materia sexual existe una privacidad que no debe ser exhibida en ninguna obra literaria. Por eso podemos presentar como ejemplo a escritores como Rogelio Sinán que manejaba siempre lo erótico con gran altura, como fue la novela “Plenilunio” que muchos leímos en la adolescencia.

Para no ir más lejos, hace dos años aproximadamente se presentó un escándalo de plagio contra una escritora universitaria y fue descubierto por su autor legítimo, de paso nicaragüense, por este país, cuando dijo: “¡Estos cuentos son míos!, hay un plagio evidente”.

No sé cómo terminó este caso a nivel del concurso Medio Pollito, nombrado en honor al poeta Changmarín, ya desaparecido, no insistiré en que fue otro escándalo.

Abogado y periodista.
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