• 04/04/2023 00:00

Tiempo que no veía a un borracho en la calle

“[...] para mí que debe cambiarse la propaganda de “cuando maneje, no tome” por la de “cuando maneje, no fume pichi”, ¿Uds. sabrán por qué?”

Bueno, ¿con cuántas borrachas y borrachos contamos en Panamá actualmente? Al igual que yo, no espere que el último censo le dé alguna información al respecto, pues no recuerdo que me hicieran esa pregunta, o quizá, por respeto a mi cara de borracho, no se atrevieron a preguntarme algo tan irrelevante.

Pero, venerable anciano, confórmese con saber que la Organización Mundial de la Salud (OMS), prima hermana de Alcohólicos Anónimos de Bavaria, señala que la real y corrupta República de Panamá es el segundo país de Centroamérica con mayor consumo de licor “per cápita”; sin embargo, un nutrido grupo de honorables bebedores sociales, llamado “Los Casineros”, por su frenética ludopatía, está reclamando, hasta las últimas consecuencias, el primer lugar de consumidores de licor en el istmo centroamericano de “Bukeje” y, como una de las tantas pruebas irrelevantes, han puesto sobre la mesa más de mil fotos mostrando cómo quedan las calles de los 620 corregimientos del país llenos de latas de cervezas aplastadas después de cada fiesta patronal.

Un magistrado, conocido con el sobrenombre de “Pachitero”, rogó que no enviasen fotos de los cientos de comarcales tendidos en algunas calles de Santiago de Veraguas a pleno sol de los días de pago.

Yo siempre he admirado a los borrachos y aprendí desde pequeño a esquivarlos con mucho respeto. Acá, donde vivo, en la serranía coclesana, no he visto un solo borracho de calle ni camino en 12 años. Y al ver a uno, a pesar de no parecerse en nada a mi mejor amigo borrachín en esta vida, me hizo recordar el aprecio que le teníamos en el pueblo a ese señor, pues éramos unos mozalbetes quienes esperábamos todas las tardes que lo bajaran de la chiva que venía de la capital, ya que, a la altura de Capira, la Interamericana era demasiado peligrosa hasta para los animales en soltura.

Mi abuela nos decía que el fulano era un borracho feliz, pues no era negador, grosero ni atrevido y por algo le decían “El Filósofo”.

Nuestro amigo intoxicado era dueño de la chiva que lo llevaba en la madrugada y lo traía todas las tardes y además dueño de una empresa fumigadora y le encantaba cuando ebrio mencionar a cada rato que era amigo del presidente de la República, Marco A. Robles, a quien rememoraba como “Marco Rifle”.

Recuerdo que, cuando lo bajaban de la chiva, miraba a la izquierda y a la derecha para cruzar, pero no lo hacía y en cuanto veía al grupo, se desplomaba como un saco de yuca y teníamos que cargarlo, pero, como éramos más de diez, no había problemas con su peso, pero sucedía que a cada momento había que ponerlo en el suelo y estando sentado miraba a cualquiera y le gritaba: “¡Tú eres un ladrón de mierda!, déjame tranquilo, llamen a Marco rifle”, a lo que todos le respondíamos en coro, _¡No, hombe, ese es el nieto de tu compadre Salomón!_ Y entonces lo abrazaba y le daba un chorro de “quaras”. No habíamos avanzado ni dos metros cuando volvía a gritar que lo sentaran en el llano para señalar a otro supuesto ladrón _¡Tú eres un ladrón de mierda!_ “No, míster, ese es Pancho, que la mamá hace los mejores tamales de Villa Rosario”, lo abrazaba de inmediato, le daba varios “quaras” y decía “ya no llamen nada al presidente”.

La cosa importante era cuando llegábamos al portón de la casa del señor, prácticamente lo tirábamos y salíamos huyendo, porque la señora del borracho nos insultaba, porque, según ella, el marido era borrachín por culpa de nosotros.

Ahora, con esta llana exposición, he quedado mortificado por la cruel satanización con los pobres borrachos, para mí que debe cambiarse la propaganda de “cuando maneje, no tome” por la de “cuando maneje, no fume pichi”, ¿Uds. sabrán por qué?

Economista, escritor costumbrista.
Lo Nuevo