Muchos pretenden olvidar que nuestros jóvenes heredarán un sinnúmero de responsabilidades. No solo las personales o familiares, también las del mundo que les rodea y del país en el que les toque desenvolverse, como ciudadanos y como profesionales. Pero, sobre todo, como seres humanos, con capacidad de discernir, de reaccionar, de actuar.

Nos toca a todos, educadores y educandos, vivir una época en la cual resulta a veces difícil saber, si estamos igualmente lejos del paraíso e igualmente cerca del infierno. Como educador siempre he considerado que el compromiso primario es el ser optimista. Ello es así pues coincido con los que consideran que: “educar es creer en la perfectibilidad humana, en la capacidad innata de aprender y en el deseo de saber que la anima”.

El conocimiento es la herramienta más apropiada para que como humanos, mejoremos. Y como dice Graham Greene: “ser humano es también un deber”.

Luego, el educador debe tener siempre presente que: “el hecho de enseñar a nuestros semejantes y de aprender de nuestros semejantes, es más importante para el establecimiento de nuestra humanidad que cualquiera de los conocimientos concretos que así se perpetúan o transmiten”

Reflexionar sobre los valores del educador es una reflexión sobre la educación y los destinos del ser humano, sobre las relaciones entre los seres humanos. Subrayemos de inmediato que ninguna sociedad puede edificarse sobre la base de claudicaciones éticas.

Y, al ser la ética una actitud, una reflexión sobre la libertad propia en relación con la libertad de los demás y con la libertad social en que nos movemos. La ética se preocupa de lograr mejores personas, la política, de lograr mejores instituciones.

Luego, la tarea del educador , como parte integrante de la humanidad es producir más humanidad. Enseñar a aprender para que el hedonismo, el consumismo, la permisividad no sigan adueñándose de la vida y obra de quienes concurren al aula en busca del conocimiento que los haga libres, solidarios y humanistas.

Dice Fernando Savater que: “Enseña más el maestro al educar su humanidad que al instruir cualquier otra cosa que enseñe...”

Por su parte, el economista John Kenneth Galbraith, nos dice: “Todas las democracias contemporáneas viven bajo el permanente temor a la influencia de los ignorantes”. Él se refiere, y en eso coincide también Savater: “a la ignorancia de esos valores necesarios del propio pensamiento y de la relación con los demás, estas personas que no saben explicitar sus demandas, porque no tienen una voz para explicitar racionalmente sus demandas y, por lo tanto, tienen que elegir entre la sumisión del esclavo o la rebelión brutal que lo destruye todo”.

Luego, nos corresponde a los educadores tener los valores éticos y la educación que son imprescindibles para cualquier formación humana.Hoy por hoy, nos corresponde formar valores fundamentales de ciudadanía. Sin una permanente participación ciudadana la sociedad no progresa.

Para y por ello, el educador debe armarse sólidamente de valores fundamentales: conocimiento, dignidad de la persona, inviolabilidad de la persona, autonomía de la persona.

*El autor es abogado y catedrático universitario

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