El primer canal de Panamá ya cumplió 500 años, trocha selvática que a golpe de machetes y picas abrió Vasco Núñez de Balboa, flanqueado por su tropa de soldados y su mujer Anayansi, hija del cacique Careta, mismo que le relató que en rumbo al Sur de sus dominios existe un mar de salitre que baña en oro los reinados de la costa peruviana.

Partiendo de Santa María la Antigua del Darién, Balboa con sus soldados españoles y escolta indígena, rompió montañas durante veinticuatro días y el 25 de septiembre de 1513, desde la cima de una colina pelona, avizoró las playas del Mar del Sur, la poza de agua salada más grande del mundo, el Océano Pacífico.

Nuestro segundo canal de Panamá también es terrestre. Fue creación de otros conquistadores españoles movidos por la visión – y ambición - de inmensas riquezas. A partir de 1519, por más de 300 años, en lomo de mulas atravesaron el istmo panameño por la ruta conocida como Camino Real y luego se transformó en el Camino de Cruces, del que todavía quedan vestigios históricos.

Nuestro tercer canal terrestre tuvo su origen a mediados del siglo 18. Aventureros del mundo entero atravesaron Panamá como paso intermedio a la fiebre de oro de California, Estados Unidos. Este canal corre sobre rieles de acero, magnates como: William Aspinwall, John Lloyd y Henry Chauncey, entre 1846 y 1855 construyeron un ferrocarril transístmico que transportó miles y miles de extranjeros rumbo al Norte Dorado. Mudos libros de historia son testigos que durante la construcción del ferrocarril, murieron diez mil trabajadores importados de islas caribeñas, África, China, víctimas de enfermedades tropicales como el cólera, malaria y fiebre amarilla. Panama Canal Railway Company es actual propiedad de empresas norteamericanas como: Jack Products y Canadian Pacific Kansas City, que operan con mucho éxito gracias a la concesión dada por el Estado panameño. Si bien desde hace muchos años existe la carretera Transístmica desde Ciudad de Panamá en el Pacífico hasta la ciudad de Colón en el Atlántico, la actividad ferroviaria sigue en auge con el diario transporte de pasajeros más el movimiento de carga entre las ciudades terminales, inclusive la Zona Libre de Colón.

Es obligante mencionar otro canal que gracias a Dios no fue de Panamá. En 1889, el famoso diplomático Ferdinand Vizconde de Lesseps, en la cumbre de su gloria por haber construido el canal de Suez, convocó una conferencia ante el pleno de la Sociedad de Geografía de París, presentando los planos de un canal conectando el Atlántico y el Pacífico en el istmo de Panamá. Con gran bombo, en 1881, De Lesseps inició las obras replicando técnicas exitosas del Canal de Suez, error grave por cuanto la topografía, enfermedades del Medio Oriente y clima de Egipto, en nada asemejan al de América Central, lluvioso, selvático y montañoso. En pocos años, el proyectado canal cayó en dificultades insalvables, escasez de fondos y equipos, inundaciones, deslizamientos de laderas, enfermedades virales, y en 1889 quiebra la empresa, cerró sus maletas cargando la muerte de 20.000 trabajadores. El mosquito Aedes aegypti en su esquela fatal no olvidó a la mayoría de ingenieros y familiares del equipo francés.

El cuarto canal, el verdadero y existente Canal de Panamá, que gracias a su neutralidad, buques de todas las naciones cruzan el istmo panameño. Este canal surge en los albores del siglo 20, cuando más que nunca era necesaria, imprescindible una ruta marítima entre Asia, América y Europa.

La quiebra del canal De Lesseps provocó una espantosa corrida en Francia y la Bolsa de Valores de Wall Street, Nueva York. Sin embargo, el presidente norteamericano Theodore Roosevelt sabía enfrentar los retos de su mandato y estaba empeñado en abrir la ruta de Nicaragua. Tras bambalinas, Monsignor Phillippe Jean Bunau Varilla, último director general de obras del canal francés, movió sus fichas y propinó la estocada mortal al canal nicaragüense, repartiendo en Washington un sello de correo con el volcán Momotombo en plena erupción. Bunau Varilla, osado, manipulador, sagaz e inteligente, en medio de su desencanto no se conformaba con haber gastado el futuro y ahorros en la ruinosa quiebra de la Compagnie Universelle du Canal Interoceanique, por cuanto que al amanecer de ese fatal día resultó ser el infeliz propietario de once mil acciones de una empresa, sin valor comercial. Recursivo hasta el final, Brun Varilla hizo alianza con el abogado norteamericano William Nelson Cromwell y juntos lograron que Roosevelt cambiara de Nicaragua a Panamá que en esa época era parte de Colombia. Con apoyo del pueblo panameño y de navíos de guerra norteamericanos los rebeldes istmeños lograron la retirada de los soldados colombianos y el 3 de noviembre de 1903 la nación istmeña consolidó la anhelada independencia. Brun Varilla convenció al nuevo gobierno que si lo nombraban embajador plenipotenciario ante USA conseguiría allanar las dificultades políticas y financieras que atravesaba el nuevo país. Siendo un efectivo y oportuno manipulador aprovechó el desconcierto inicial del gobierno panameño, aferró sus nuevas credenciales diplomáticas y abordó el primer barco Panamá - Nueva York. Lo recibió el secretario de Estado John Milton Hay que a la carrera firmó un tratado muy bien escrito de puño y letra del francés, en todo favorable a USA. No se puede saber cuánto cash recibió Varilla por sus once mil acciones ni por su trabajito en el pago de cuarenta millones de dólares desembolsados por USA para el supuesto de compensar los fallecidos y enterrados derechos del grupo francés. Veinte y cuatro horas tarde llegó a Nueva York la legítima delegación diplomática panameña enfrentando un hecho cumplido... Alias Brun Varilla los recibió como un espadachín victorioso, esgrimiendo en la punta de su espada, todavía con la tinta fresca el tratado Hay-Buneau Varilla de 1903, ese que ningún panameño firmó.

Por 70 años el pueblo panameño luchó con argumentos, lágrimas y sangre contra el tratado Buneau Varilla, que finalmente fue abrogado, tirado al basurero de la ignominia y reemplazado por el Tratado Torrijos Carter del 7 de septiembre de 1977; este último convenio expiró el 31 de diciembre de 1999. Ya nadie duda de la plena soberanía de Panamá en el territorio nacional, y en cuanto a todos los canales de Panamá, selváticos, de acero, de concreto armado y de agua dulce, tengamos claro que con tratados o sin tratados eran de Panamá, fueron de Panamá y siguen siendo de Panamá.

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