La Ciudad de Saber conmemoró su vigésimo quinto aniversario de fundación con una siembra de banderas en el área de Clayton.
Lo primero que nos viene a la mente al hablar de valores, es algún concepto económico para fijar el costo o precio de un artículo o servicio; esto desafortunadamente se debe a la sociedad en que vivimos, donde lamentablemente lo que no tiene un valor material no le prestamos la atención necesaria.
No voy a engañar a nadie diciendo que no es importante tener bienes materiales y dinero para poder vivir o en muchos casos sobrevivir el día a día. Tampoco voy a decir que la ambición es mala, pienso que el hombre debe querer superarse, y este ser el motivo de levantarse diariamente y salir a buscar el pan de cada día, siempre y cuando lo busquemos por medios dignos y honestos y aspirar cada día a ser mejores personas y no conformarnos con una vida ordinaria; tenemos y debemos buscar lo extraordinario para nosotros y los que nos rodean, siempre ayudando a los más necesitados y no ayudarlos con los que nos sobra, sino extender esa mano amiga y compartir un poco de lo que tengamos.
En nuestros tiempos hay que tener valor, y entiéndase valor, como valentía, decisión, arrojo, esfuerzo, intrepidez, ímpetu y por qué no rayar en heroísmo, para vivir o dedicar parte de nuestras vidas a servirle al prójimo, y es precisamente la incansable búsqueda del ‘éxito’ lo que lleva a personas a olvidarse de todo y buscar ese reconocimiento por sus posesiones más que por sus acciones.
Otro factor clave en el desgaste de los valores es cuando por alguna razón creemos que nuestra necesidad individual tiene más importancia que la del resto de las personas; aquí perdemos la noción de vivir en armonía y es donde cometemos acciones que creemos son inadvertidas por los demás, como ‘colarnos’, a lo buen panameño, en una fila o adelantarnos fuera del carril, con el carro, a los demás en un día de tráfico.
Esta necesidad individual nos lleva a perder de vista valores fundamentales para vivir en sociedad, como lo es la honestidad. La honradez no es más que respetar la verdad que compartimos con las otras personas que forman nuestra comunidad. Una manera muy fácil y común de violentar este principio o valor es con el uso de la fuerza o abuso de algún poder que tengamos, ya sea con nuestros seres queridos en la familia, nuestros colaboradores de trabajo, o bien con amistades y compañeros de cualquier otro grupo al que pertenezcamos. Este mismo concepto aplica de forma macro a nuestras autoridades locales y mundiales que se aprovechan de sus cargos para hacer y deshacer cuanto les viene en gana al poseer este manto o investidura de ‘líderes’ sobre el resto de los mortales, llevándolos a encajar en la tan triste como cierta frase ‘el poder corrompe’.
Es cierto que la corrupción tiene un matiz de impunidad muy alta y cada día más creciente en Panamá y el mundo; al ver cómo se violentan nuestros derechos, es igual de cierto que es tan culpable el que comete un delito como aquel que permite o se hace el desentendido, se convierten en cómplices de esta grave falta a los valores éticos y morales. Estoy seguro de que están cansados de ver y leer en las noticias hechos flagrantes de corrupción, pero es nuestra responsabilidad luchar contra esto, y no hablo de ir a las calles o quejarse con amigos en reuniones sociales, es tan sencillo como dedicar el tiempo necesario para educar a nuestros hijos en el seno del hogar y transmitirles un mensaje claro de siempre ‘Dar de Sí, Antes de Pensar en Sí’.
*ARQUITECTO-ROTARIO.