• 29/04/2024 13:41

Una oración por Ramón Fonseca Mora

Fuimos criados con un compás moral estricto sobre el bien y el mal, escuchando a nuestro papá contarnos de sus luchas contra la dictadura

En el año 2016 la vida de nuestra familia cambió para siempre con los mal llamados Panama Papers. Explotó un caos en el cual nuestro papá era el detonante.

De la noche a la mañana, pasamos de tener una vida privada a ser el centro de atención y especulación sobre temas de narcotráfico, corrupción, lavado de dinero, etc. Nuestras conversaciones con amigos, colegas y desconocidos pasaron de ser amigables a oportunidades para defender nuestro nombre. En las noticias de todo el mundo, nuestro papá, Ramón Fonseca Mora, era un villano directamente responsable de todo lo que está mal en este mundo.

Fuimos criados con un compás moral estricto sobre el bien y el mal, escuchando a nuestro papá contarnos de sus luchas contra la dictadura, su tiempo defendiendo los intereses de los niños en el Hospital del Niño, protegiendo que las áreas revertidas del Canal no llegaran a manos privadas, ayudando a impulsar la educación en nuestras escuelas y múltiples otras cosas. Cada vez que íbamos a Mossack Fonseca, era un recorderis de la gran persona que es nuestro padre, donde conocía a cada colaborador y siempre tenía las puertas de su despacho abierto para ayudar a quien lo necesitara.

De la noche a la mañana, el legado intachable de nuestro padre pasó de ser el de un escritor, idealista, luchador, abogado exitoso a la escoria más grande de Panamá. ¿Cuál fue su error? Crear en conjunto con su socio, Jurgen Mossack, una de las pocas empresas multinacionales panameñas basada en una industria regulada y existente en Panamá.

De un día a otro, los 600 colaboradores de Mossack Fonseca y nosotros nos tuvimos que acoplar a una nueva realidad en donde éramos los villanos en Panamá y el mundo entero. La inocencia hasta ser comprobado culpable no existió – ni mediática ni legalmente. Sencillamente éramos los malos de la película y vimos como amigos cercanos, bancos y otras empresas nos cerraron las puertas e inclusive trataron de aprovecharse de la situación.

Como se pueden imaginar, esto afectó a nuestro papá enormemente. Al pasar de los años, lo vimos desmoronarse, su persona fuerte fue reemplazado por lagunas de tristeza, desesperanza y mucha soledad. Las risas y sonrisas se volvieron menos frecuentes, excepto para sus nietos quienes siempre logran su felicidad.

Ante la incertidumbre de su futuro y proceso legal que actualmente nos tiene en suspenso, su salud se deterioró agudamente y hoy se encuentra luchando por su vida desde hace tres semanas en cuidados intensivos. Nos gustaría pensar que esta historia tendrá un final feliz, donde él se despertará, podrá contar su historia y recuperar su gran legado. Si tienen un minuto de su tiempo y pueden orar por su salud, nuestra familia y él estaremos eternamente agradecidos.

Hijos de Ramón Fonseca

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