• 07/08/2024 00:00

Un mundo por descubrir

Las palabras, la materia prima de la industria editorial, se conformaron como proceso durante siglos [...]

“Mamá: ¿Me lees uno de los cuentos del libro?” La madre sonrió, buscó en las páginas, escogió un título e inició la lectura. La niña apenas escuchó las primeras letras, abrió los brillantes ojos, su piel se enrojeció y se sumergió en la historia. ¿Qué contenía el relato para atraer tan poderosamente el espíritu de la infanta que escuchaba lo que leía la madre?

La escena se repite en una miríada de lugares y con toda seguridad los protagonistas se intercambian: familiares, amigos, escolares; pero, sobre todo, gente que por su propio criterio toma entre sus manos o abre en internet la edición para iniciar un viaje a lugares ignotos, o a circunstancias especiales donde se desarrollan los acontecimientos. Esto ha sido así desde que gracias a Gutenberg hubo posibilidad de leer las letras impresas e imaginar los textos.

Se dice que los primeros sistemas de escrituras datan de la Edad de Bronce, por allá en la última mitad del cuarto milenio antes de nuestra era. Los datos dan cuenta de que las maneras iniciales de representar los sonidos o ideas, era mediante logográficas o basadas en elementos pictográficos o ideográficos; es decir, se trataba de representar el tema a través del dibujo de la figura u objeto. Luego, correspondió a los sumerios utilizar formas de sílabas.

De allí, la representación pasó a los jeroglíficos egipcios, a las unidades cuneiformes de los acadios y otras formas que se extienden más al este. Las comprobaciones documentales exponen que en Oriente y sobre todo en China, la escritura es más antigua, de unos doce siglos anterior a la era cristiana y que sus formatos no tuvieron que ver con lo que posteriormente se conoció en las culturas del Oriente Medio.

Es digno de destacar lo que sucede en el continente americano con las expresiones precolombinas y la autonomía de las regiones. Así tenemos que existió una forma de signos diferentes entre los incas, con relación a los zapotecas, epiolmecas, aztecas, mayas, así como los taínos en el Caribe, cuya población fue totalmente diezmada y de la que se conservan pocos elementos, aunque hay palabras básicas como huracán, caimán, enagua, canoa y barbacoa.

Las palabras, la materia prima de la industria editorial, se conformaron como proceso durante siglos y permitieron al alemán Johannes Gutenberg, alrededor de 1440 cuando fenece la edad media y se inicia la moderna, inventar un procedimiento de crear bloques de letras en alto relieve, que, al ser impregnadas con tinta, puede reproducirse y crear las oraciones para verlas por primera vez impresas de manera no manuscritas.

De allí los libros tienen un veloz avance en su tecnología hasta llegar a la era del internet y ahora de creación no por vía humana, sino en esencia, por lo que se ha llamado ‘inteligencia artificial’.

En definitiva, esta revisión nos indica que el lenguaje nos abraza. Todo esto y las nuevas opciones que se ofrece en el campo editorial, podrán ser expuestas en la Feria Internacional del Libro de Panamá, que tendrá lugar del martes 13 al domingo 18 de agosto en la ciudad capital, específicamente en el Centro de Convenciones Atlapa. Este año el país invitado es España, que implica una representación sólida de sus letras.

El programa abre grandes perspectivas para sus dos tipos de actividades: la exhibición y venta de obras en los pabellones y puestos en la planta baja. Mientras, en el segundo nivel, el conjunto de presentaciones de nuevos ejemplares, conferencias, cursos, mesas redondas y otros encuentros para darle forma a una mayor relación entre grupos humanos y obras literarias.

Es una oportunidad única en la feria. Incluye la presentación de las ediciones de los premios literarios del concurso Ricardo Miró 2023. Motivos suficientes para visitar esta gran fiesta cultural.

Mientras tanto, la niña esbozó una amplia sonrisa al terminar su madre y cerrar el libro de cuentos.

El autor es periodista
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