Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
Se ha teorizado tanto sobre un concepto que es, ha sido y será técnicamente sustentable: la edad de jubilación, que ha florecido un numero plural de cuasi actuarios, economistas y teóricos de la seguridad social, quienes especulan sobre las corridas, muchas veces sin entenderlas a cabalidad, pero también es cierto que, salvo el ministro de Salud y el director general, muy pocas personas del entorno político-administrativo se han tomado la tarea de explicar a la población lo que significan los conceptos y de dónde surgen.
Es cierto, no es para nada agradable que aumenten las medidas paramétricas, las cuales se fundamentan en la definición: es una rama de la estadística inferencial que supone que los datos pueden ser modelados mediante una distribución de probabilidad. De ahí se deriva que se tomen en cuenta edades, expectativa de vida, etc.
Convengamos en que, para 2005, la esperanza de vida era de 78,79 años para mujeres y 73,0 años para los hombres y, con base en eso, se estableció la edad de jubilación en 57 años y 62 años, respectivamente. Para 2018 la esperanza de vida subió hasta llegar, en promedio, a 77,86 años. Para las mujeres fue de 81,02 años, mayor que para la de los hombres, que fue de 74,83 años.
Panamá ha ascendido en el listado de los 194 países de los que se publicó la esperanza de vida, y ha pasado de ocupar el puesto 51 en 2017, al 50 en 2018. Esto quiere decir que sus habitantes tienen una esperanza media-alta, en lo que respecta al resto de los países. Ello coloca a Panamá entre los países con mayor esperanza de vida de la región de América Latina y el Caribe,
Ahora, vuelvo a insistir, de nada sirve la teorización actuarial y económica si no van de la mano los otros factores que inciden en la calidad de vida, que nos hace evidente el número promedio de años que una persona puede esperar vivir en “plena salud” teniendo en cuenta los años vividos con menos de plena salud debido a una enfermedad y/o lesión. Por eso, hemos insistido en la provisión de medicamentos, las citas médicas, las atenciones quirúrgicas oportunas y también la prevención y control de los accidentes y enfermedades del trabajo.
Se ha planteado una posición sobre lo que la población espera en su vida “[...] la percepción que tiene una persona sobre su posición en la vida dentro del contexto cultural y el sistema de valores en el que vive y con respecto a sus metas, expectativas, estándares y preocupaciones”. En realidad, una cosa es lo que la población espera y otra es lo que al final consigue. El deterioro de la salud es cada día más evidente; cada día el paciente activo o jubilado tiene que disponer más de sus exiguos recursos para suplirse de medicamentos adquiridos en la farmacia privada. Se concluye que no puede vivir en “plena salud”.
De igual manera, de acuerdo con las proyecciones de población de las Naciones Unidas, la esperanza de vida a los 60 años se ha incrementado, pasando de 22,8 años en 2005, a 25,18 años en 2024, lo cual significa que se espera que un individuo pueda vivir, en promedio hasta 85,18 años, en condiciones adecuadas, con una salud controlada, acceso a una buena alimentación y una pensión cónsona y digna.
¡Eso es lo que esperamos para nuestro país!