• 15/11/2023 15:01

Transformación económica, cultural y política democrática

Es necesario entender que la República de Panamá siempre ha tenido un solo modelo basado en la 'enonomía de mercado'

La República de Panamá enfrenta una nueva crisis económica-política-social, en la que el pueblo panameño se ha volcado a las calles en contra de la minería metálica en nuestro país. Esta crisis coyuntural nos llama a la reflexión sobre los cambios que debemos tomar en relación con su política económica, teniendo en cuenta que nos encontramos bajo el umbral de la contienda electoral de 2024.

Podemos entender la realidad en la que vivimos de dos modos antagónicos: uno es reactivo ante las catástrofes y las dificultades que se presentan, poniendo énfasis en lo negativo y culpando al entorno de lo que pasa en el espectro político panameño. El otro es proactivo, positivo y esperanzador, con ánimo de mejorar esa realidad en la que estamos inmersos, del cual soy fiel creyente.

Es necesario entender que la República de Panamá siempre ha tenido un solo modelo basado en la “enonomía de mercado”, instaurado en el psique de la población desde 1903. Ese pensamiento, para el economista argentino José Luis Coraggio, se desarrolla como una segunda naturaleza, no tiene sujetos ni responsables, solo agentes sujetados por las leyes ineluctables del mercado, cuya totalización como institución pone fin de la historia humana. Esta economía de mercado tiene fallas, pero la visión idealista de su perfección imposible orienta a los mercadófilos para corregirlas en nombre de más mercado.

Este modelo trae como consecuencia que los seres humanos dejen de relacionarse con la naturaleza y de comunicarse con los seres humanos, porque la comunicación se vuelve instrumental y no responde a la razón comunicativa. El dinero nos domina, el valor se separa del valor de uso, y el trabajo y la energía de la naturaleza dejan de ser los fundamentos de las relaciones de intercambio.

En los ultimos años, aquellos que nos han llevado a hegemonizar la economia de mercado por encima de cualquier otra forma de desarrollo económico y social, también nos han llevado a afrontar múltiples crísis que tiene como producto un sistema político indivualisado, apartidista, y olvidado de las necesidades reales de las mayorias. Para muestra un boton, la actual administración liderizada por El Presidente Laurentino Cortizo: La Reforma Constitucional (2019); Sobrecostos en la Pandemia (2020); Caso SENNIAF (2021); Subida en el Costo de la Vida (2022), Contrato Minero (2023).

Lo que vemos en la actualidad, es un estallido social que, como lo define el politólogo panameño Ricardo Herrera, exige la integralidad, transparencia y responsabilidad, del gobierno central y gobiernos locales, en la gestión pública y la toma de decisiones colectivas. En otras palabras, lo que aspira a conquistar en esta coyuntura el pueblo panameño es a un sistema de gestión gubernamental que sea pensado más en la rendición de cuentas y fiscalización del pueblo, y a un modelo económico que sea más social; más humano; y sostenible.

Lo cierto es que pese a las narrativas históricas de la estigmatización de las luchas del pueblo organizado, se mantienen consecuentes y firmes en las calles, no solamente exigiendo la derogación de un contrato minero y defendiendo la soberanía nacional, sino exigiendo un sistema que de verdad cumpla con las necesidades vitales para todas y todos; un sistema en donde el acceso a mejores condiciones de vida no sea una idea utópica en tiempo y espacio, sino que sea una realidad conquistada por cada uno de nosotros.

Sin dudas será un lento proceso dialéctico que tiene dimensiones ideológicas, teóricas y pedagógicas pero que sobre todo debe ir incorporando a todas las personas a prácticas y aprendizajes nuevos, que pongan a prueba la afirmación de que la autorealización personal requiere de autonomías construidas colectivamente. Que exploren que la autogestión es una vía eficaz para la mejor resolución de los problemas materiales inmediatos de su vida, que incluye la vida de los otros. Que vayan sintiendo expectativas crecientes de mejorar su calidad de vida sin por eso tener que poseer siempre más. Que encuentren motivación para liberar sus fuerzas creativas, que abran y sostengan por su propia decisión espacios públicos donde se planteen opciones y se discuta democráticamente, dejando emerger un espíritu cívico que no aflora en la privacidad de la lucha por supervivencia.

Preservar la salud social es tan importante y urgente para la economía como preservar el medio ambiente, cuyo deterioro no deja de ser consecuencia del deterioro de la humanidad.

El autor es presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Panamá
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