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Del Tívoli a El Panamá: los hoteles en las ciudades del Canal



- 26/04/2025 00:00
El Hotel Tívoli y el Hotel Washington son dos hitos arquitectónicos erigidos bajo la administración de la Isthmian Canal Commission (ICC) y la Panama Railroad Company respectivamente, que reflejan tanto las necesidades operativas como las aspiraciones sociales en la sociedad zoneíta y panameña durante los primeros años del siglo XX.
Hay que anotar que la previa existencia de hospedajes se veía reflejada en documentos como el directorio de negocios de la ciudad de Panamá de finales del siglo XIX, el cual incluía nombres como el American Exchange, el Grand Hotel de España, Hotel de Cristóbal Colón, Marina Hotel y el Grand Hotel Central, entre otros. Así mismo, es común encontrar marcado la existencia de hoteles en planos de entre 1905 y 1907 de las comunidades que se encontraban a lo largo del ferrocarril, como Gorgona, Las Cascadas y Emperador. Como veremos más adelante, los hoteles Tívoli y Washington tendrían funciones no solo de hospedaje, sino también como centros de la vida social.
De acuerdo con el Canal Record, la gestación del Hotel Tívoli comenzó con la autorización firmada el 3 de agosto de 1905 por el ingeniero jefe de la Comisión del Canal Ístmico para la construcción de un establecimiento destinado a alojar a unos 115 comensales, entre empleados de la ICC y visitantes vinculados con las obras del Canal, con un nivel de acabado superior al de otras hospederías de la época. La propiedad, de 7.39 acres, fue adquirida en mayo de 1905 a Abundio Caselli y Alfredo Pellas por 9.000 dólares y se emplazó en las laderas de Ancón, a unos 650 pies sobre el nivel del mar, ofreciendo vistas panorámicas de la bahía de Panamá y la ciudad.
La obra, proyectada por el arquitecto P. D. Wright, Jr., implicó la extensión de una rama del ferrocarril desde La Boca hasta el sitio de construcción, y supuso una inversión de 300.000 dólares en el edificio principal y la cocina, cuyos trabajos concluyeron tras más de un año, con su inauguración oficial el 1 de enero de 1907.
El Tívoli adoptó una planta en forma de U, conformando un patio de 193 pies de ancho por 91.5 pies de profundidad. En total, contaba con 120 habitaciones —de las cuales 52 son suites—, dos habitaciones privadas y 24 habitaciones de servicio para el personal, además de edificios auxiliares para cocina, lavandería, almacenamiento y alojamiento del chef. La ampliación del edificio original en 1916, a un costo de $428.708, le dio al hotel un total de 156 habitaciones, 80 de ellas con baño privado.
Por su parte, el Hotel Washington, proyectado por la firma de arquitectos neoyorquina Cram, Goodhue y Ferguson, vio aprobados sus planos en agosto de 1911, con un coste que no debía superar los 500.000 dólares. Situado frente a la playa de Colón, miraba a la bahía de Limón y se levantó sobre cimientos de concreto reforzado, muros de columnas y vigas, y un exterior de estuco blanco, con cubierta de tejas y pisos de concreto y madera dura —maple en el salón de baile— diseñados para minimizar el empleo de madera.
Para proteger la costa alrededor del hotel de la erosión, se construyó un muro de contención de unos 900 pies de largo y 6 pies de altura sobre el nivel medio del mar. La inauguración formal del nuevo Hotel Washington tuvo lugar el domingo 23 de marzo de 1913, fecha en que se clausuró el servicio a la carta en la antigua Washington House, predecesor directo del nuevo hotel.
Al comparar los espacios principales de ambos hoteles, emergen notables diferencias en magnitud y distribución. Mientras que el comedor del Tívoli alcanza los 4.884 pies cuadrados, el del Washington cubre 4.658 pies cuadrados; las salas de baile miden 3.219 pies cuadrados en el Tívoli frente a los 1.998 del Washington, y el promedio del área por habitación es de 200 pies cuadrados en el Tívoli, contraste con los 243.6 pies cuadrados en el Washington. Estas diferencias reflejan no solo la evolución del confort y la ambición arquitectónica en apenas seis años, sino también la adaptación de cada proyecto a su contexto funcional y social
El 21 de enero de 1951 el New York Times anunciaba en un artículo que “hoy, el antiguo Hotel Tívoli, operado por el Gobierno [de Estados Unidos], un hito en Ancón durante casi medio siglo, cerrará sus puertas al público viajero. Simultáneamente, el nuevo Hotel El Panamá, de doce pisos, construido a un costo de más de $5.500.000 y bajo la administración de la cadena de hoteles Kirkeby, está programado para abrir sus puertas en la cercana ciudad de Panamá”.
“De fácil acceso al aeropuerto, al centro comercial y a los sitios históricos de la capital, El Panamá se encuentra en el centro de varios distritos residenciales de moda: La Cresta, Bella Vista y Campo Alegre, y domina una vista panorámica de la bahía de Panamá”.
Sobre el Tívoli por su parte, este mismo artículo del New York Times, enfatizaba que John Stevens -ingeniero en jefe del Canal- había insistido durante su construcción en que este fuera “una clase de edificio cómodo y barato de construcción de madera, que se levante lo más rápido posible. No queremos gastar tiempo ni dinero en adornos”. El Tívoli siguió funcionando como casa de huéspedes del gobierno de la antigua Zona, -luego de la apertura de El Panamá-, hasta su cierre oficial el 15 de abril de 1971.
En lo que respecta al Hotel Washington, Patrizia Pizzurno en su artículo, “Hoteles emblemáticos de Panamá” (2010), indica que, “en 1953, fue arrendado por Motta Hnos. y dos años después, gracias al Tratado Remón-Eisenhower, pasó a manos del Estado panameño. Pese a que el Washington mantuvo el liderazgo hotelero en Colón durante largo tiempo, también se desarrolló una hotelería menos espectacular representada por el Carlton, el Florence, el Astor Imperial y sobre todo el Aspinwall (...)”.
Aunque su origen fue hospitalario, cada hotel desplegó tramas sociales y económicas particulares. El Tívoli, una estructura de madera con estética victoriana – y que en este sentido sintetiza mucho del colonialismo norteamericano de finales del siglo XIX e inicios del XX-, se diseñó para acoger a funcionarios y pasajeros de tránsito por el Pacífico; enclavado en la ladera del cerro Ancón, quedó próximo a la capital y sirvió de escenario a ceremonias diplomáticas y refugio de figuras políticas y celebridades.
El Washington, de hormigón y vocación de balneario atlántico, nació como apuesta comercial del ferrocarril y se mantuvo como resort temporal para empleados canaleros y turistas norteamericanos. Sin embargo, ambos compartieron un propósito aspiracional: reforzar la legitimidad estadounidense y ofrecer un estándar de comodidad que la joven hotelería panameña no estaba en condiciones de brindar en los años iniciales de la “primera globalización” vinculada al Canal.
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