• 16/08/2020 00:00

Nada supera a la cocina en casa

Para muchas personas, a pesar de que cocinar es un trabajo, es una actividad llena de gratificaciones y alegría. Incluso para algunos que lo hacemos de forma esporádica y por placer, tiene también sus buenas experiencias.

Para muchas personas, a pesar de que cocinar es un trabajo, es una actividad llena de gratificaciones y alegría. Incluso para algunos que lo hacemos de forma esporádica y por placer, tiene también sus buenas experiencias. Pero no todos gozan de la misma perspectiva, especialmente aquellos con ingresos bajos y que viven una odisea para comprar alimentos, viajar en autobús o trabajar largas jornadas, con dos y hasta tres empleos porque no les alcanza el dinero, convirtiendo la idea de cocinar en algo casi imposible.

Sin embargo, estos no son problemas de cocina; son asuntos de justicia social y equidad económica. Sin duda, cocinar es más fácil para las personas con horarios de trabajo predecibles, salarios reales y acceso a ingredientes y transporte público eficiente. Y, a pesar de estos engorros, cocinar en casa es la forma más barata y saludable de comer. Además, puede ser divertido y entretenido el convertir a la cocina en un lugar dentro del hogar donde la creatividad familiar florece para planear reuniones, cenas diarias o almuerzos dominicales.

Cocinar no tiene que ser una carga para nadie del hogar. Para las personas ocupadas y de bajos ingresos, hemos visto que los hijos pueden compartir funciones e involucrarse en la actividad de cocinar. Estamos a favor de elevar el nivel de vida de la mayoría de los panameños y a favor de que haya trabajos confiables, transporte público digno y otras medidas que ayuden a mejorar la calidad de vida de la población. Consideramos que animar a las personas a cocinar en casa es compatible con estos propósitos y, a muy corto plazo, es mucho más probable que incida en una mejor salud que cualquier otra media conocida. La opción de comprar comida rápida es un privilegio que requiere de por lo menos $50 por día para una familia de cuatro, y eso sería para la comida rápida más barata. Porque si quisiéramos comprar una comida de mejor calidad, estamos hablando de por lo menos el doble de eso.

Las personas de un mejor nivel económico tienen la capacidad para ordenar comida o comer en restaurantes diez veces a la semana si es necesario, pero esa no es una solución viable para toda la población. La solución que proponemos aquí es la de comer en casa porque además de ser fácil, en el largo plazo ayuda a reducir drásticamente los costos de atención médica. Pero lo ideal es que las personas que pueden y quieren cocinar, que aprendan y tomen lecciones de cocina. Y para los que no pueden o no quieren, debería existir una alternativa en la cual las comidas se pueden volver a calentar, pero siempre preparadas de una manera casera en comedores escolares o cocinas comunales.

Antes existían estancias donde se cocinaba buena comida y a bajo costo. En Penonomé hubo, a finales del siglo XIX y principio del siglo XX, un lugar donde los bisabuelos Carles Oberto preparaban una receta catalana con albóndigas de res y cerdo, especias naturales y verduras del huerto, y las servían junto con arroz recién pilado, pan de leña y lentejas enteras a decenas de personas que pasaban durante el día por el pueblo, camino a la montaña. Dice la leyenda que Victoriano Lorenzo comió varias veces de las albóndigas de la bisabuela Ester, cuando, de paso hacia su cuartel en La Negrita, paraba en Penonomé para comprar suministros.

No sabemos si el plato con las albóndigas costaba un cuartillo o medio real, pero lo cierto es que antes, al igual que ahora, la comida preparada con ingredientes caseros siempre es de menor costo que cuando se compra ya procesada. Y además algo que rara vez se menciona y es una verdad inevitable: cocinar es un trabajo de amor. Puede que sea un trabajo no remunerado basado en la obligación o en el entretenimiento, o un empleo del cual se devenga un salario. Independientemente, cocinar siempre es un trabajo que genera amor.

Por lo tanto, si cocinamos en casa para nuestra familia, no importa que no cobremos: es la forma menos costosa y más efectiva de proporcionar buena comida a los seres queridos. Cada uno puede hacer sus cálculos y al final será el dinero mejor gastado del presupuesto familiar. Estamos claros que no todos saben ni pueden cocinar, pero entendemos que entre más cocinamos en casa y más usamos ingredientes naturales, mejor será la salud y mejor el ambiente familiar. Y nadie debería argumentar en contra de esto.

Empresario, consultor de nutrición y asesor en salud pública.
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