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- 19/03/2025 00:00
Soná y el tren Panamá-David
Las vías de comunicación han sido desde siempre soporte en el desarrollo de los pueblos. Nuestro país, Panamá, no ha escapado de esta realidad.
A principios del siglo XIX, cuando nuestro país daba los pasos necesarios para lograr la independencia de España, objetivo que se concretó en 1821, existían, apenas, incipientes caminos para la comunicación entre poblados cercanos.
La construcción del Ferrocarril Panamá-Colón, inaugurado en 1855, agilizó el paso de personas y carga del Atlántico al Pacífico y viceversa. Muchas de estas personas eran nacionales y otras foráneas que ya conocían la naciente explotación de las minas de oro en California, Estados Unidos, por lo que se dirigían hacia allá.
Así, después de la separación de Panamá de Colombia en 1903 y la culminación del Canal en 1914, se comienza a ver un poco más hacia el resto de la República. Durante esa época, la poca comunicación con el interior era mediante algunas líneas de cabotaje por la vertiente pacífica. Para 1870, el puerto fluvial de Barranco Colorado en Soná era punto de escala de una de esas rutas que comunicaban la capital con la provincia de Chiriquí.
El doctor Belisario Porras, hombre visionario, cree en la conveniencia de construir una carretera que conectase a la ciudad de Panamá con el resto del país hasta la provincia de Chiriquí e inicia esta gestión.
Desde esa época, Soná y pueblos adyacentes de esta provincia continuaban destacándose en la producción agrícola y ganadera. Por ello, cuando se empieza la construcción de la carretera central a inicios de los años veinte del siglo pasado, se les consideró para el paso de esta importante vía y fue desde Soná que se continuó este proyecto hasta David, inaugurándose en 1936 la “Carretera Nacional”.
En 1966 se inaugura la Panamericana de cemento, lo que dejó a Soná y a más de 20 comunidades de Veraguas y Chiriquí fuera de ella, sin considerar siquiera el aporte de todas estas regiones a la economía nacional. Basta recordar que, a finales de la década del cincuenta del siglo pasado, Soná era considerado por muchos el “granero de la República” por su alta producción de granos y en la actualidad es pujante en agricultura y ganadería.
Hoy, todos estos pueblos que quedaron fuera de la Interamericana siguen luchando por una mejor calidad de vida y un futuro mejor en todos los órdenes, por eso, ven con optimismo el paso por esta zona de la ruta de este proyecto ferroviario, ya que generaría muchas plazas de trabajo temporales y permanentes; mejoras en el sector agropecuario, comercio y actividades conexas. Por ejemplo, en Soná, el sector turismo, entre otros, tiene gran potencial, puesto que se cuentan con excelentes playas, algunas de ellas como la playa Santa Catalina, de carácter internacional para la práctica del surf.
La población sonaeña y de comunidades ubicadas en la ruta ven con beneplácito el importante proyecto de construcción del tren Panamá-David y su paso por Soná con su respectiva “Estación”, tal cual como se prometió. Todo esto beneficiará a algunas comunidades del oriente chiricano y sur de Veraguas, dinamizando la economía de esta pujante región de Veraguas y del país.