• 11/12/2014 01:00

Conciencia social y conciencia individual

Un plan nacional que involucre a toda la sociedad, y que ello implique involucrar escuelas y universidades

Luego de la avalancha noticiosa denunciando millonarios atracos, y la creciente cantidad de denuncias judiciales relacionadas con actos que colisionan con la recta conducta que debió existir en materia contractual entre empresarios y funcionarios para la adquisición de bienes y servicios, cabe preguntarse ¿por qué no impulsar un plan nacional a largo plazo, o sea, de Estado (no de Gobierno), para reforzar y reenrumbar la conciencia social e individual contra el sempiterno juegavivo que vive empantanando —desde siempre— el quehacer nacional?

Un plan nacional que involucre a toda la sociedad, y que ello implique involucrar escuelas y universidades, asociaciones, gremios y sindicatos de toda clase y naturaleza, empresas e instituciones privadas y públicas, que culmine con un Acuerdo Nacional contra la Corrupción que suscriban los representantes de todos los sectores de la sociedad panameña y que vaya dirigido a la generación de campañas y programas de reglamentos y normas, porque la sola coerción no frena el actuar delictuoso y porque para cumplir las normas debe existir, en primer lugar, el ánimo de hacerlo, el ánimo de actuar con transparencia y corrección.

En este orden de ideas y si de veras queremos impactar la conciencia nacional, comencemos por preguntarnos ¿cómo está?, ¿cómo anda nuestra conciencia social? Esa que hace referencia a la capacidad de percibir las realidades circundantes que requieren atención, que necesitan que se reflexione sobre ellas y actuar para la transformación de las mismas con actitud cooperativa y desinteresada. La idea de conciencia social está hoy muy extendida por el significativo deterioro de las condiciones de vida de amplios sectores de la población, así como el aumento indiscutible de la criminalidad y la necesidad acuciante de actuar en contra de las circunstancias que limitan y reprimen una sana gobernabilidad.

Pero, podemos hablar de una sana conciencia social sin una conciencia moral individual —esa que significa un juez interior natural que en cada ser humano indica qué circunstancias o acciones pueden ser calificadas como buenas o malas, permitiéndoles escoger la forma correcta de actuar—, sin una población de individuos con una conciencia moral en permanente formación y cuestionamiento; la respuesta es simple, por supuesto que no, por esto es necesario impulsar un plan nacional a largo plazo que nos permita forjar o en todo caso reforzar nuestra conciencia moral individual.

Conviene recalcar que, si bien es cierto que nadie nos puede forzar a actuar contra nuestra conciencia individual, no es menos cierto que tenemos el grave deber de buscar los dictados de una conciencia moral individual que se ajusten a lo cierto. Mas lo ideal no es tener solo una conciencia moral cierta, verdadera, hay que perseguir continuamente que esa conciencia cierta sea además recta, y ello solo se logra entendiendo que la educación de la conciencia individual es tarea de toda la vida.

¿Y por qué todo lo dicho? Pues, porque tal como indica el escritor, promotor cultural y profesor David Robinson, en su artículo de opinión, contenido en el sitio web http://heuristicas1978.blogspot.com/: ‘... La verdad de los poderosos se impone como la verdad de todos; ...’.

Les pregunto, esta realidad que parece incubarse en los recodos de la realidad sociopolítica de nuestro continente, ¿en qué contribuye a la consecución de una conciencia moral social que permita una sociedad fundada en el objetivo fundamental de garantizar a todos los ciudadanos un gobierno transparente, participativo y justo, que sea beneficiosa a todos los interesados...?

Creo que ya nadie discute la necesidad de un Plan Nacional dirigido a favorecer una mejor conciencia moral social.

—Comisión de Valores del Club Rotario Panamá.

*ABOGADO-ROTARIO.

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