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En Panamá, como en el resto del planeta, las redes sociales han transformado la forma en que nos comunicamos, interactuamos y consumimos información. Plataformas como Facebook, X, Instagram y TikTok se han convertido en parte esencial de nuestra vida cotidiana, facilitando la conexión con familiares y amistades, así como el acceso a una amplia cantidad de contenido. Sin embargo, esta revolución en la comunicación también ha puesto de relieve un fenómeno que afecta a nuestra sociedad: la toxicidad en los comentarios y opiniones carentes de análisis y sentido común en redes.
Solo basta detenerse en la sección de comentarios de las diferentes plataformas de redes sociales en la que aparezca una publicación sobre cualquier tema social, económico o político, y podemos percatarnos de la cantidad de comentarios totalmente alejados de cualquier análisis sensato. A simple vista, en las pantallas de dispositivos electrónicos se puede notar una impertinente desconexión entre nuestros dedos y el cerebro, por llamarlo de algún modo.
Muestra de nuestra afirmación queda evidenciada en un estudio publicado en agosto pasado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el cual reveló que, durante el periodo electoral de 2024, las redes sociales se convirtieron en un espacio donde predominó la toxicidad, con más del 50 % de comentarios groseros en la plataforma X y casi el 40 % en Instagram. Este ambiente hostil no solo refleja una desconexión entre los usuarios y su capacidad de pensamiento crítico, sino que también es caldo de cultivo para la desinformación y polarización social. La falta de análisis en los comentarios sugiere además que muchos usuarios participan sin una reflexión adecuada sobre la información que consumen y comparten.
En este contexto, se hace evidente la urgente necesidad de que nuestro país se comprometa a trabajar intensamente en la alfabetización digital. Ello implica no solo aprender a usar las redes sociales, sino también a entender su impacto en la sociedad.
Cabe agregar además que la alfabetización digital no solamente se limita a saber cómo utilizar las redes sociales o los dispositivos electrónicos. También comprende la capacidad de evaluar críticamente la información, interactuar de manera ética en línea y mantener la privacidad y la seguridad personal. En un mundo donde la desinformación y las noticias falsas (fake news) se propagan a velocidades vertiginosas, la alfabetización digital viene a jugar un rol preponderante para discernir sobre la veracidad de la información y evitar la propagación de contenido erróneo o dañino. Siendo esto así, fomentar una alfabetización digital integral permitirá a los ciudadanos no solo manejar estas herramientas, sino también reflexionar sobre cómo influyen en nuestras interacciones, opiniones y en la construcción del conocimiento colectivo.
Además, debemos comprender que las redes sociales pueden ser un espacio para el aprendizaje y el desarrollo personal. Como usuarios, podemos acceder a través de ellas, a recursos educativos, participar en comunidades de interés y fomentar el diálogo sobre temas relevantes como, por ejemplo: las reformas a la seguridad social, por citar el más importante en la actualidad nacional. Sin embargo, para aprovechar al máximo estas oportunidades, es esencial contar con una sólida formación en alfabetización digital. Entendamos pues que las redes sociales son una herramienta poderosa que puede enriquecer nuestras vidas si se utilizan adecuadamente. No deben transformarse en un instrumento que nos lleve a la autodestrucción como sociedad o a convertirnos en “neandertales digitales”, que actuamos “en línea” de manera primitiva o impulsiva, sin considerar las repercusiones de nuestras palabras y acciones.