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- 24/06/2019 02:00
Venezuela sigue agonizando, el mundo solo la sigue mirando
De hecho, si muere Venezuela, convirtiéndose en un Estado fallido, donde ya se han perdido las capacidades de garantizar los servicios básico, entonces será el tiro de gracia que necesita la OEA pasa desacreditarse aún más.
La erosión de la autoridad legítima en la toma de decisiones, inhabilidad para suministrar servicios básicos, incapacidad para interactuar con otros Estados, como miembro pleno de la comunidad internacional son tres de las cuatro principales características de los que es catalogado como un Estado fallido; solo le resta la pérdida de control físico del territorio, o del monopolio en el uso legítimo de la fuerza.
El primero de abril de 2017, publicamos un artículo apocalíptico de lo que se veía venir en Venezuela, titulado: ‘Venezuela agoniza, el mundo solo la mira'. El tiempo lastimosamente nos dio la razón. Hoy quisiéramos que no se cumpla la catastrófica cuarta característica de la pérdida de control físico de ese territorio principalmente a manos de potencias extrajeras que se perfilan como únicas beneficiadas de la situación actual de nuestro hermano país bolivariano, convirtiéndose en lo que podría ser la nueva Siria de la región.
Grupo de Lima, ¿tabla de salvación del Gobierno de Maduro? Todo indica que sí, pues desde su creación el 8 de agosto de 2017, luego de que los países afines a esta instancia y algunos otros no lograran activar en la OEA la Carta Democrática Interamericana sobre Venezuela por la ruptura del orden constitucional, de esa fecha a la actualidad y luego de casi dos años nada ha cambiado. Por el contrario, presiento que se ha debilitado la condición del Grupo.
Mientras tanto en Venezuela, y tal como lo publicamos en abril de 2017, ‘hay un debilitamiento total institucional que ha traído como consecuencia ahondar más en la crisis económica, social y humana en la tierra de Bolívar, que ayer quiso liberar un continente y que hoy desde su tumba exige que liberen a su pueblo de tantas e inmerecidas penurias. Nuestros hermanos venezolanos enfrentan la mayor escasez de alimentos registrada en su historia ni hablar de la falta de medicamentos; en fin, los servicios básicos están en estado crítico.
La fuerza de la ley y el orden cada día pierde más terreno ante la delincuencia y cada vez más se ven deteriorados los valores sociales.
Es hora de que la región haga que los tantos y costosos mecanismos de integración política y económica asuman el rol para el que fueron creados, no podemos ser convidados de piedras a presenciar la desgarradora descomposición de uno de los países más ricos y productivos de la región.
Hoy, todos los países que componen este continente son cómplices de esa larga agonía que la azota.
Pongamos en ejecución los elementos jurídicos a través de organizaciones creadas para preservar la paz y el bienestar de todos los seres humanos, debemos identificarnos con el sufrimiento de nuestro hermano pueblo y condenar los abusos a las libertades, la pérdida cada día más de los derechos humanos, empujar a nuestros dirigentes y a la OEA a que se pongan del lado correcto como lo exigirá la historia en su debido momento'.
La situación venezolana debe regresar al seno de discusión de la OEA como última instancia de donde nunca debió salir, pues recordemos que el recurrente Grupo de Lima no es más que eso, un grupo, sin mandatos vinculantes como los de un organismo o de una organización internacional, sin poder en materia diplomática como organismo continental ni siquiera subregional. Pues, los efectos que ha tenido este grupo sobre el Gobierno de Nicolás Maduro solo se cuantifican con las decisiones que ha asumido cada país frente a su relación con este.
Reiteramos nuestra conclusión de abril de 2017: ‘Pongamos en ejecución los elementos jurídicos a través de organizaciones creadas para preservar la paz y el bienestar de todos los seres humanos, debemos identificarnos con el sufrimiento de nuestro hermano pueblo y condenar los abusos a las libertades, la pérdida cada día más de los derechos humanos, empujar a nuestros dirigentes y a la OEA a que se pongan del lado correcto como lo exigirá la historia en su debido momento.
Las grandes revoluciones deben estar dirigidas a mejorar el bienestar de los ciudadanos, garantizándoles libertad absoluta y respeto a los derechos fundamentales como políticos, debemos pasar de las pálidas visitas y elaboración de repetitivas resoluciones que al final no resuelven nada, a estar de parte de la institucionalidad del Estado, no seguir siendo cómplices de la anarquía y la opresión de quienes a mala fueron electos y que hoy solo pretenden acabar con Venezuela'.
DIPLOMÁTICO DE CARRERA.