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- 07/10/2018 02:03
Sin sello de garantía
Metamorfosis es la palabra justa para el proceso que observo en los políticos que están en plan de conquista para que les demos el voto en las elecciones del próximo año. En las acepciones de la Real Academia Española la más indicada es ‘Mudanza que hace alguien o algo de un estado a otro, como de la avaricia a la liberalidad o de la pobreza a la riqueza'. Y no es que nuestros políticos se estén convirtiendo en escarabajos como le sucedió al buenazo de Gregorio Samsa, el personaje del libro de Franz Kafka, ‘La metamorfosis', tal vez la más conocida de las obras de este autor. Lo que observo es que el curioso proceso, por cierto no desconocido, sucede cada cuatro años cercano a las elecciones; los políticos se convierten en personas preocupadas por nuestro bienestar; con gestos de cariño besan niños, abrazan ancianos, se palmean con ‘mi hermanazo', mi ‘broder', juegan fútbol y se ponen sombreros ‘a la pedrá'; y con inflamadas palabras de solidaridad con nuestras necesidades prometen ‘el oro y el moro'. Tengo la esperanza que ninguno de los candidatos (por lo menos los presidenciales) emulará la saltadera en un colchón en algún programa de televisión como hizo el expresidente Martinelli, escena que recuerdo con vergüenza. Tampoco bailes con ‘perreo' ni nada parecido.
Creo que algunos políticos confían en que los electores nos vamos a guiar por el refrán ‘Es mejor malo conocido que bueno por conocer' que si se interpretara bien se darían cuenta de que lo que aconseja es acogotarnos, conformarnos, no correr riesgos ni tener esperanzas. Con este razonamiento me puedo explicar que casi todos los diputados actuales aspiren a reelegirse; y esa aspiración ¡sí que los inspira! El mercadeo político nos ha ido condicionando para dejarnos llevar por los artificios del empaque y poco por el contenido; sonrisas con ‘Photoshop' y fotos de la familia no fallan. Los resultados de las primarias del PRD y de CD confirman que los diputados conocen bien de qué pie cojean sus copartidarios; las primarias pendientes confirmarán el refrán que cito arriba. Que los candidatos intenten aprovecharse de nuestra pobre educación política es entendible; pero que nosotros, que tenemos la posibilidad de sacarlos del escenario político, caigamos una y otra vez en sus trampas nos quita todo derecho a reclamar por promesas incumplidas, los engaños. Si están en el poder es porque nosotros se lo dimos y esos señores no tienen que pasar por Acodeco (defensa del consumidor), no traen sello de garantía ni tenemos derecho a devolverlos por defectuosos.
Muchas veces me he preguntado si nosotros, los ciudadanos, hemos hecho de los políticos lo que son; o si es al revés, que ellos nos han convertido en lo que somos; que nos han convencido de que bien merecido tenemos el trato que nos dan por no asumir la responsabilidad que nos corresponde; algunos por ingenuos o conformistas; otros como oportunistas categoría jamón para candidatos ‘chichipatis'; y otros, oportunistas con categoría de profesionales, expertos pescadores en las aguas profundas de la corrupción. A pesar de la poca simpatía que me merecen casi todos los políticos, es una realidad que son indispensables para el sistema que nos rige; pero hacerle el juego a los bandidos nos convierte en cómplices. En esto no hay inocentes. Sin embargo, escogemos el camino fácil de culpar a los gobernantes de todas nuestras desventuras. Cuando veo grupos protestando porque no les construyen la carretera, porque no tienen agua, que la escuela se está cayendo, que los centros de salud y los hospitales carecen de casi todo, etc. ¿no fueron esos mismos los que le dieron el voto a su representante de corregimiento, muchas veces tan solo por ser el mandamás de la comunidad, el compadre de medio pueblo? Y el voto para sus diputados ¿no fue porque tuvo el gran gesto de darle besito a su niño o comerse una paleta sentado en el parque echando cuentos, prometiendo luminarias, centros de salud, escuelas, bien campechano el candidato, ¡ajá!, con eso que llaman ‘carisma'?
Por razones de espacio no copio un poema anónimo que se publicó en un diario extranjero sobre elecciones en el reino animal a la muerte del rey león; las ovejas votaron por el lobo, los ratones por el gato, las gallinas por el zorro, las moscas por las arañas, un asno moribundo por un gallote. Al final del poema, la pregunta es: ‘Caro lector que inconsecuencias notas, / Dime, ¿no haces lo mismo cuando votas?'.
COMUNICADORA SOCIAL.