• 13/02/2024 00:00

Se iniciaron los 90 días de insultos, promesas y mentiras; ¿al final qué?

Cada cinco años, los panameños comunes y corrientes, debemos soportar el período electoral, el cual simplemente lo podemos definir en la actualidad, como “90 días de insultos, promesas y mentiras”, que además incluye el derrochar fondos millonarios, para que al final, todo se mantenga igual; o como en los últimos tres desgobiernos, las condiciones de vida de los panameños, desmejoren.

Habiendo tantas necesidades en nuestro país (el Hospital Oncológico, el Hospital del Niño, el IVM de la CSS, déficit en educación, alza incontrolable en el diario vivir, seguridad pública inexistente con altísimos niveles de criminalidad, etc.) que para conocerlas no tienes que ser un superdotado o “gurú” de la politiquería barata; nada justifica el despilfarro económico desmedido, que caracterizan a estos períodos electoreros.

Lo triste es que siempre es lo mismo, aunque puedan o no ser los mismos, las campañas, hoy llevadas hasta la opinión pública cibernética, están tapizadas por insultos, sacadera de trapos (hasta cierto nivel, no sea que el pueblo se entere de negociados que desconocemos), promesas repetitivas (“dame tu voto y te daré arroz con poroto”) y mentiras (“construiremos la carretera y el puente; si no hay río, entonces construiré el río también”), etc. Puras y llanas palabras, que como estamos en el verano, el viento del norte se encargará de llevárselas, y al final del camino, simplemente nos encontraremos con que toda esta parafernalia nos conducirá a lo mismo de siempre, poco o nada.

En la Roma Imperial, para ser elegible al senado, debías estar 10 años en el ejército, con el fin de demostrar, que tenías lo necesario para ser buen gobernante, ya que habían pasado por las vicisitudes de ser un guerrero. Me pregunto, cuántos de los que nos desgobiernan, hubieran asistido y pasado esos requerimientos antes de tirarse a la política; la respuesta es simple, ninguno o digamos que muy pocos.

Cuándo será el día, que estos politiqueros entenderán, que lo primero y más importante que deben hacer, no es comprar mansiones, fincas, apartamentos, yates y aviones, o cambiar a su esposa (su compañera en la podrida) por una chiquillona; lo realmente importante, es que permitan que las personas que no estamos contaminadas con el virus de la politiquería barata, podamos desarrollar una vida tranquila y sin sobresaltos, todos los días. Que nos ayude a formar una familia normal, de la cual salgan diferentes tipos de profesionales, que se integren a las filas de trabajadores que buscan mejorar las condiciones de nuestro país.

Cuándo comprenderán, que la paciencia de los panameños tiene un límite y que se puede desbordar, como en noviembre del año pasado, cuando todos los politiqueros cogieron tanto miedo, que desaparecieron, convirtiéndose en fantasmas y submarinos. Eso les demostró, que deben tratar al pueblo bien y no pensar que somos ignorantes o que ustedes pueden hacer lo que les da la gana, porque simplemente ya fueron elegidos. Recuerden señores, nunca, pero ni un minuto olviden lo ocurrido en noviembre, porque simplemente, todo lo que sube, baja.

El autor es docente
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