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- 04/12/2012 01:00
Mensalao: Cemis en ritmo de samba
El Caso Mensalao (‘Mensualidad’) se refiere a un esquema de compra de votos parlamentarios en 2005, que se convierte en la crisis política más seria del Brasil y para el presidente Lula Da Silva. Ya en una ocasión anterior me referí a este caso. No deja de sorprenderme la poca atención que la prensa local le ha asignado a este interesante caso, particularmente porque el escándalo guarda aspectos similares a nuestro Escándalo Cemis, ya que involucra sobornos a diputados y su acusador ‘estrella’ es uno de sus colegas (¿Déjà vu?); sin embargo, con finales muy distintos. En Brasil los implicados han terminado en la cárcel con largas condenas en su juicio por la Corte Suprema que acaba de concluir; mientras que acá el Caso Cemis duerme el ‘sueño de los justos’ en nuestros tribunales y los implicados sin castigo alguno.
El Escándalo Mensalao comienza en mayo del 2005, cuando la revista paulista Veja publica un vídeo que muestra cómo un funcionario de Correos solicita una ‘coima’ a un supuesto empresario, lo que revela el esquema de corrupción de funcionarios públicos solicitando ‘coimas’ a empresarios cuyos productos serían para compra de votos parlamentarios por la suma de $10,000.00 mensuales, de ahí el nombre de ‘mensalao’. El esquema involucraba cuatro partidos en la oposición en ese entonces, hoy en el gobierno. El propósito era obtener apoyo para Lula permanecer en el poder. En las revelaciones se identifica al diputado de oposición Roberto Jefferson como el hombre detrás del esquema. Más tarde ese señor se ‘voltea’ y se convierte en el principal acusador (¿’Déjà vu’?).
La culminación del juicio por corrupción resulta en la condena de 37 implicados, de estos, 25 fueron condenados con penas que suman 250 años y 13 a encerramiento. Todos políticos empresario y banqueros importantes, que incluyen a cuatro líderes históricos del PT, como son José Geronimo, expresidente; Delubio Soares, extesorero; Joao Paulo Cunha, expresidente del Congreso; y José Dirceu, el personaje central, exguerrillero contra la dictadura, varias veces presidente del PT y poderoso exministro de Lula. También incluye a quien fuera revelador del esquema, el senador Roberto Jefferson, quien recibió una pena reducida a siete años por su colaboración con la justicia.
Esta condena por corrupción y mal uso de dineros públicos de un grupo numeroso de personajes y políticos muy importantes de mucha influencia, poder y cercanía en el gobierno del presidente Lula, (hasta ahora incólume) es un evento poco común en este Pueblo de América; más significativo, aún, cuando el juicio toma lugar estando aún el Partido de los Trabajadores en el poder. Además, cuando consideramos que de los 11 magistrados de la Corte ocho fueron nombrados por Lula. Sin dudas, el juicio y las condenas por corrupción eleva la reputación de moral pública y valentía justiciera del Brasil a niveles internacionales muy altos.
El Escándalo Mensalao debe interesarnos a los panameños, aparte de su similitud con el Escándalo Cemis y la actual compra de votos y conciencias que impera en nuestra Asamblea. Es un ejemplo a seguir. Las efectivas condenas a importantes políticos, empresarios y banqueros afines al gobierno, crea esperanzas de que actos como estos son posible hoy en este Pueblo de América. Obvio que primero será necesario un cambio traumático y total de nuestra actual realidad sociopolítica, logrando la creación de un sistema judicial independiente y valiente, respaldado por gobernantes honestos y responsables.
Por el otro lado, en sus sentencias el Supremo brasilero crea nuevas tesis aplicables a la crimen de ‘cuello blanco’, una nueva jurisprudencia, cuando establece que nos solo se puede condenar a un implicado por la presentación de pruebas concretas, sino por los indicios que ellos llaman ‘el conjunto de la obra’, que establece que las mafias criminales no dejan huellas y habría que recurrir a indicios para lograr condenas. Ha sido a través de esta tesis que por mayoría absoluta los magistrados lograron gran parte de las condenas, incluyendo a Dirceu, el principal acusado. Otro buen ejemplo a imitar, si nuestra jurisprudencia no considera esos principios.
BANQUERO Y EXDIPLOMÁTICO.