• 23/03/2021 00:00

El reto de los jóvenes en el sector público

“A los jóvenes de hoy en el sector público: entiendan que -con ventajas y desventajas- lo principal es trabajar en beneficio del país”

En un sistema de Gobierno como el panameño, que tiene la representatividad de la población como uno de sus pilares más básicos, es menester asegurarla para todos los sectores. En nuestro país hay un poco más de un millón de jóvenes entre 15 a 34 años, lo que significa, en términos muy amplios, que uno de cada cuatro panameños tiene la condición de juventud.

Ahora, ¿cuántos de los funcionarios -electos y por designación directa- están en ese rango de edad? La razón para hacerlo es sencilla: necesitamos saber qué tanto estamos los jóvenes incidiendo en la vida pública del país y cómo poder hacer más.

Independientemente de los resultados, hoy quiero analizar los retos de los jóvenes que trabajan en el sector público; qué cosas deberían ser prioritarias y cuáles son sus mayores obstáculos.

En primer lugar, la coyuntura histórica es ideal para ser joven: está de moda. Así como lo ha sido y es ser eco, verde y hablar de cambio climático, hoy el tema más “trending topic” es la juventud.

No es coincidencia que los candidatos presidenciales en las últimas elecciones trabajaron con una fracción juvenil. Tampoco que en sus discursos se escuche (en todos los partidos políticos y líderes independientes) que los jóvenes son prioritarios y que son el partido con más candidatos jóvenes, y con más apoyo para capacitación y formación de cuadros juveniles.

Más allá de discursos y simbolismos, es un hecho que los jóvenes con servicio en el Estado tienen una oportunidad única. Es su deber desempeñar sus cargos de manera ejemplar y con prioridades claras. Tal vez en términos porcentuales sean pocos; sin embargo, su papel es crucial y pueden trascender, ya que tienen los reflectores apuntándoles y lo que hagan -o dejen de hacer- se notará.

Entonces, ¿cuáles son esos grandes retos? En materia legislativa, el gran pendiente no solo es una Ley General de Juventud, es algo más de fondo. ¿Cómo nos aseguramos de que Panamá ponga en marcha una estrategia integral en la materia?

Evidentemente, garantizando los derechos humanos de los jóvenes. Este es un tema prioritario y en esa estrategia -que incluye la esperada ley- deberá incluirse un esfuerzo gigante de coordinación para ponerla en marcha. Así pues, si bien la Ley General puede ayudar, lo que más necesitamos es una estructura lo suficientemente robusta para diseñar, operar, monitorear y coordinar la ejecución de esa estrategia.

Ante este panorama, es evidente que el reto legislativo es un poco más amplio de lo que se plantea en los círculos de “juvenólogos”. Si bien es cierto que los diputados jóvenes, por su condición, deberían ser más afines al tema, esto no quiere decir que el resto de su agenda no les importe o no deban aportar a ella.

Su labor legislativa debe estar presente en todos los espacios. Este es un reto más grande, porque implica hacer que se escuchen voces nuevas en espacios históricamente cooptados por otros actores. Así pues, su tarea es hallar mecanismos que permitan discutir los grandes temas del país, como seguridad, derechos humanos, cuestiones fiscales, educación, salud y planeación urbana, entre otros.

Para los jóvenes en el Ejecutivo, el reto es similar. Hacer valer su voz e integrar los procesos en la toma de decisiones. Este inicio del quinquenio comenzó con muchos cambios en el Ejecutivo, por lo que se espera que los funcionarios jóvenes participen activamente en la transformación profunda que necesitan las instituciones para tener la nación a la que aspiramos.

El reto es grande, pero somos la generación de jóvenes mejor preparada de la historia. Estamos seguros de que los jóvenes de hoy dejaremos huellas y esperamos acompañar a los que trabajan en el Gobierno para que realicen sus funciones de la mejor manera.

La escasez de oportunidades de los jóvenes es resultado directo del desinterés que tienen los formuladores de políticas públicas, al no observarlos como fuerza electoral. Es así como Hava Rachel Gordon menciona la identificación de la juventud como “ciudadanos en proceso”, en vez de un grupo político que busca solucionar sus problemas.

La creciente devaluación del sistema político en Panamá ha hecho que este público desatienda su interés en la vida institucional. Escándalos de corrupción y el involucramiento de intereses especiales de ciertos actores gubernamentales evidencia el desprecio a la poca transparencia.

Además, el desconocimiento del sector público y la poca educación civil en colegios y universidades han acentuado la ignorancia de los jóvenes en estos aspectos. Es por ello que, a pesar de que la juventud presenta mayor conocimiento y mejores capacidades de organización y liderazgo, son víctimas del sistema, al no poder aplicar sus habilidades en pro de su comunidad, al seguir encontrando métodos tradicionales de hacer política.

Por otro lado, la formación de movimientos juveniles en el país también ha sido clave en episodios de gran relevancia, como las protestas en contra de las reformas a la Constitución panameña, lo que llevó a la suspensión de su discusión.

Es así como se destaca la importancia del verdadero reto en estos escenarios: la formación del pensamiento crítico juvenil. Al ser uno de los factores más importantes en la participación política y el compromiso civil, la educación de calidad y la formación de la juventud son una prioridad al hablar del futuro de los países.

A pesar de que los sistemas políticos han fallado en atender las inquietudes de la juventud, una nueva era de movimientos sociales hace que los jóvenes se vuelvan protagonistas de los cambios que requiere la sociedad.

A través del liderazgo colaborativo y estrategias innovadoras, la sociedad civil y, en especial los jóvenes, ha fortalecido los ideales democráticos y derechos humanos en el mundo. Sin embargo, se deben promover nuevas tecnologías y estrategias para concretar las necesidades de la juventud y la población, para lograr mayor resiliencia de las comunidades frente a sus problemas y lograr una mayor participación civil en pro de la sociedad.

A los jóvenes de hoy en el sector público: entiendan que -con ventajas y desventajas- lo principal es trabajar en beneficio del país. Nuestro presente y futuro es el que está en riesgo, y no puede existir un cambio generacional, si no hay una generación dispuesta a ser el cambio.

Abogado, exembajador de Panamá ante Trinidad y Tobago.
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