• 12/12/2022 00:00

El resentimiento de los sujetos reactivos

“[...] si pretendemos cambiar esta situación, sería importante apuntar al diálogo y a un acercamiento que busque captar la necesidad de reconocimiento que sienten estos sectores, [...]”

Por sujetos reactivos nos referimos a un grupo de individuos que ante situaciones de incertidumbre o frente a la percepción de un supuesto daño padecido, deciden apelar al miedo y a la insatisfacción ante ciertas circunstancias sociales concretas (políticas de aborto, por ejemplo), para en su lugar, producir afectos reactivos, siendo muy regular aquella tendencia que consiste en culpabilizar a un “otro extraño” al que se responsabilizan de los males que estos padecen.

Como ejemplo podríamos pensar en las campañas antiinmigración o la estigmatización contra la comunidad LGBT y las feministas (a las que incorporan dentro de un común denominador, tipo “ideología de género”). Sin embargo, el punto es que detrás de estos procesos se encuentra el fenómeno del resentimiento. En este sentido, es importante examinar y comprender este fenómeno, para lo cual nos valdremos del pensamiento de Friedrich Nietzsche, quien ha reflexionado sobre este tema; pero, ¿qué nos dice este filósofo al respecto de este asunto?

En el primer capítulo de la Genealogía de la Moral, Nietzsche caracteriza en más detalle esta noción, señalando que esta actitud reactiva necesita de un “otro” que se encuentre “fuera de sí”, el cual es tratado como lo rechazable, lo malvado, lo opuesto; y desde el cual el sujeto reactivo se puede afirmar a sí mismo.

De este modo, se trata de un movimiento de negación que produce a un “otro” desde el más absoluto rechazo, el cual se retroalimenta con el tiempo y por ende, termina por desfigurar cada vez más y más a ese “otro” odiado. Dicho de forma más sencilla, los sujetos reactivos requieren de una caricaturización de un otro malvado para afirmarse como los buenos, los justos, los virtuosos, los veraces.

Sin embargo, aquí se abre una paradoja, porque estos sectores demonizados, suelen ser grupos marginados con poco poder de acción o representatividad. Y las pocas políticas de representatividad que intentan darle algo de reconocimiento a dichos grupos, poco hacen por modificar materialmente su situación marginal; por ejemplo, el mes de la etnia negra, por mucha parafernalia girando al rededor del mismo, no cambia décadas de abandono y políticas que no reconocen la amplia deuda que mantenemos con un grupo étnico que durante siglos sufrió la precariedad laboral o fue objeto de la más cruenta esclavitud.

Pese a ello, el daño que siente este sujeto reactivo no le permite captar esta paradoja; todo lo contrario, al ampararse sobre el rechazo se vuelve incapaz de acoger lo extraño, queda atrapado en narrativas simplistas, dictotómicas (de buenos y malos), sin matices; teme todo lo que advierte como una amenaza. Y para este sujeto lo amenazante es sencillamente lo que encuentra como opuesto a sí mismo, como se indicó antes: todo lo malo es el otro, todo lo bueno, soy yo.

Otro elemento relevante respecto a este asunto puede sacarse de la Segunda Intempestiva, en donde Nietzsche explora el peso de lo que “fue”, una experiencia que provoca que la existencia no pueda realizarse plenamente. Tomando esta idea, podría decirse que el resentimiento también se manifiesta en la incapacidad de asumir la apertura y plasticidad del pasado; esto es, implica el cierre de todo devenir, de toda posibilidad vital.

En resumidas cuentas, el sujeto reactivo ve el pasado como algo fijo y cerrado, lo cual acarrea consigo un presente y un futuro igualmente fijo y cerrado. Con ello el devenir se torna imposible, extraño, amenazante y cualquier cambio que pueda afectar esa “seguridad” es demonizado desde la actitud a la que nos referíamos.

Esto no implica que dicho sujeto sea el antagonista, más bien es el resultado de diversos factores de diverso índole, entre ellos: una fallida política pública. En todo caso, si pretendemos cambiar esta situación, sería importante apuntar al diálogo y a un acercamiento que busque captar la necesidad de reconocimiento que sienten estos sectores, en vez de aplicar la misma táctica que el sujeto reactivo emplea sobre el “otro”. De este modo, se torna más importante la comprensión de este fenómeno, antes que contrariarlo; de no ocurrir esto, nos estaríamos moviendo hacia la creación de una insalvable fisura en nuestra sociedad.

Profesor de la Universidad de Panamá.
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