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- 24/12/2021 00:00
Reflexión en Navidad
La Navidad es una época muy especial, de hondo significado religioso, cultural y anímico. Coincide con el último Mes del Año, y propicia la creación de un estado de alegría, donde se confunde la voluntad para hacer de nosotros mejores seres, con la fe, en un cambio de toda la estructura social y económica que prevaleció durante el Año que fenece. La Navidad es la fracción del Año más trascendente!
Lo celebra con mucho énfasis y entusiasmo la humanidad cristiana, en espera alborozada por la venida del NIÑO JESÚS, confiada en la llegada de un Redentor, olvidando momentáneamente cuál será su trágico destino, que ya está signado en las Sagradas Escrituras, desde muchos años atrás.
En el corazón del ser humano cristiano, la Navidad es un período donde se unen durante unos minutos o por muchas horas, la nostalgia por lo que resultó grato meses atrás, la frustración por lo que no se pudo realizar, y las esperanzas de que durante el nuevo Año todo será mejor, porque entre otras cosas, nosotros seremos mejores, trataremos de hacer las cosas de la mejor forma posible y haremos cuanto esté a nuestro alcance para hacer felices a seres que tanto merecen nuestro cariño y atención.
Claro, esas ilusiones rara vez perduran más allá del Mes de Marzo, cuando la cruda realidad nos muestra que no somos mejores, que los grandes cambios no se suelen producir tras una simple promesa ni un pensamiento de buena intención.
Más temprano que tarde, cuando se desvanece la estela hermosa de la Navidad, se empieza a sentir que el ritmo de la vida es igual y que seguimos siendo iguales porque no queremos cambiar. Es más, afrontamos los mismos problemas e inquietudes de siempre y sentimos que la lucha por sobrevivir nos impone un esfuerzo constante.
Pero, en el fragor de la Navidad, lo importante es recibir y catar el aliento que nos otorga el advenimiento del NIÑO DIOS, lo que es un suspiro de alivio que mitiga las decepciones y angustias que nos dejó el Año que finaliza y la esperanza de un Año mejor!
Es evidente que en poco más de 15 días, la Navidad nos insufla fe, optimismo, y percibimos en JESÚS, la fuente que derrama todas las ilusiones, JESÚS, quien siempre ha estado vivo a nuestro lado, cuando tanto le hemos necesitado, adquiere mayor esplendor y nos sirve de acicate para continuar la lucha por una existencia digna.
La fé cristiana es inmensa. Llega a todos los corazones que desean recibirla y nutrirse de grandeza.
Para otros corazones, es más importante su bienestar, su ambición, su exagerado amor de sí mismo. Así, la verdadera concepción cristiana de la Navidad se desvirtúa hacia un paganismo que lo infiltra y corroe todo.
Y no es culpa exclusiva de quienes caen en la tentación de ser atrapados por el paganismo. Las industrias que producen todo lo imaginable, los medios que generan en el público consumidor apetencias no sospechadas de consumismo, han provocado distorsiones en el estilo de concebir y vivir la Navidad, la venida de CRISTO y el advenimiento de un nuevo Año, que diluye la esencia y pureza del Mensaje del MESÍAS!.