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- 30/09/2021 00:00
Rechazo a las demandas contra colegas
Entiendo que personas “laicas” de conocimientos médicos y científicos sientan algún grado de temor ante innovaciones de tratamientos médicos. Hasta llego a aceptar que personas (incluso médicos), por un concepto especial, se puedan negar a recibir un o varios tipos de tratamientos.
Acepto también que profesionales de la salud puedan exponer sus dudas sobre determinados medicamentos, técnicas y procedimientos. Eso debe existir en nuestro campo científico. Lo que no es aceptable es que profesionales de la salud impongan conceptos sobre resultados tangibles.
Como persona, puedo tener dudas y preguntarme “¿por qué, si me vacuno, todavía me puedo contagiar y ser contagiante para mis congéneres?”. Pero, como profesional, debo saber que esa situación es factible y no debo descalificar un tratamiento.
Como médico, debo saber que las enfermedades infecciosas se dan en el ser humano, porque, por A o B razón, nuestro sistema inmunológico, que es perfecto, falla, enfermamos y requerimos tratamiento.
Sabemos que esa gran defensa, que es nuestra capacidad inmunológica, en la gran mayoría, ha hecho su trabajo y por eso la letalidad de la enfermedad “es baja”, pero ¡han muerto más de cinco millones de seres humanos y se dio un descalabro de la economía mundial por lo incapacitante que es!
La ciencia ha probado su valor al lograr unas vacunas que, en medio de las variantes emergentes, más contagiosas, han logrado detener la contagiosidad, la gravedad y la muerte.
¡¿Que las vacunas son tratamientos con efectos secundarios?! SÍ. Pero no existe medicamento o tratamiento sin efectos secundarios. Ningún médico aplicaría un tratamiento de manera consciente para hacer algún tipo de daño. Ese es nuestro juramento.
Pero hasta el agua bebida o introducida en venas puede, en ciertas circunstancias, tener efectos secundarios graves. La aspirina, el “tylenol”, iodo, etc. pueden resultar tóxicos. En medicina tenemos la obligación de prevenir y tratar las enfermedades y sus complicaciones.
Sabiendo todo esto, no puedo aceptar que se llegue a demandar a colegas que, en esta crisis sanitaria mundial, han dado todo lo que podían dar y más para que la población panameña pasara este amargo trago de pérdida de salud, familiares y amistades.
Rechazo las demandas a colegas como los doctores Eduardo Ortega, Xavier Sáez Llorens y Julio Sandoval, quienes, en esta situación, con conocimientos profundos de nivel mundial y actualizados en el día a día sobre Infectología, Epidemiología, Terapia Intensiva, han paliado el coronavirus SARS-CoV-2.
Como profesionales, podemos criticarnos científicamente. No me agradará de un colega la forma de ser o expresarse, o podré pensar que está equivocado o no tiene al día sus conocimientos, pero ¡hasta allí!
Eduardo, Xavier y Julio merecen todos los reconocimientos del país.