La conferencia de prensa, como estrategia de comunicación gubernamental, ha sido estudiada desde diferentes perspectivas. Nicolás Rotelli y Adriana Amado, por ejemplo, la consideran un acto performativo, por lo que las actitudes ahí desplegadas son un indicador del ánimo de quien las convoca. Dentro de esta última apreciación, y en un marco más general, Omar Rincón, estudioso de la relación entre medios y política en la cultura popular latinoamericana, ha afirmado que gobernar es encarnar el papel protagónico de una telenovela que genera afectividades. Siguiendo este razonamiento, una conferencia de prensa se podría ver como el set de una escena donde se exponen sentimientos y emociones. Al analizar las conferencias de prensa del presidente Mulino hemos echado mano de estos argumentos.
En Panamá, la presencia formal del primer mandatario ante los medios comenzó 17 días después de su toma de posesión, el 18 de julio de 2024. En esta, el presidente Mulino dictó la pauta: “Yo voy a hablar, eso que quede bien claro, para evitar los atropellos cuando voy a algún lugar. Mejor aquí ustedes van anotando las preguntas que tienen y aquí las plantean en el momento oportuno, que es los jueves a esta hora”.
Con una duración promedio de 45 minutos, usualmente una cuarta parte de este espacio lo constituye una introducción en la que el presidente apunta a temas coyunturales. En esta primera sección el orador navega seguro, sin contracorrientes: “Mi interés con ustedes es contarles sobre la gestión, qué estamos haciendo, qué vamos a hacer, qué debemos reparar en el camino, sean obras, sean problemas sociales...”.
En este artículo analizamos ese segmento inicial y los asuntos enmarcados por el jefe de Estado, sin considerar las preguntas que se le hacen posteriormente. Para determinar la importancia dada a cada tema, transcribimos las conferencias, precisamos las cuestiones tratadas y contamos la cantidad de palabras que dedica el presidente a cada una. Dada la súbita importancia que cobró el Canal de Panamá el 21 de diciembre de 2024, a raíz de las amenazas del presidente estadounidense de retomar la vía interoceánica, escogimos siete emisiones: la del jueves 26 de diciembre de 2024 y las transmitidas en enero y febrero.
El total de las siete secciones analizadas alcanzó las 8.499 palabras. De ellas, el tema migratorio acumuló el mayor número: 2.301 (27 %). Le siguieron el referente a la Caja de Seguro Social (CSS), con 1.645, palabras (el 19,4 %), y los asuntos relativos al Canal de Panamá, con 1.624 palabras (19,1 %).
Descontando las cuestiones relativas a la CSS, por ser la principal oferta electoral del presidente, los otros dos asuntos aparecen imbricados y generan una clave narrativa sobre la relación EE.UU. Panamá. El tema migratorio casi siempre suele vincularse o ir atado a la cooperación de Panamá con EE. UU. (algo positivo), en contraposición a las agresiones que recibe el país (algo negativo), específicamente por causa de falsedades.
Esta dualidad temática (migración-Canal de Panamá) ocupó la totalidad de la primera sección de las conferencias presidenciales de los días 30 de enero y 6 de febrero, previo y posterior a la visita del secretario de Estado de EE.UU.
En ellas, el presidente Mulino pareciera esgrimir como prueba de su buena voluntad hacia EE. UU el papel activo de Panamá en el control migratorio. En la conferencia que antecede la visita de Rubio, el mandatario reiteró una frase que incluso ha causado incomodidad en ciertos sectores, pues se interpreta como una suerte de aquiescencia a los deseos de EE. UU.: “la frontera de Estados Unidos no está en Texas, está en Lajas Blancas, Darién, Panamá”.
En la del 6 de febrero, posterior a su encuentro con el secretario, el presidente se mostró visiblemente contrariado, casi estupefacto: “sorprende muchísimo el comunicado del Departamento de Estado (...) están haciendo un comunicado importante e institucional de la entidad que rige la política exterior de EE. UU. (...) en función de una falsedad”.
Se refería el jefe de Estado a un mensaje que aseguraba: “los barcos del Gobierno de Estados Unidos ahora pueden transitar por el Canal de Panamá sin cargos”. Luego de subrayar que él no tenía la potestad de “fijar, aumentar o no fijar peajes en el canal”, dijo con cierta vehemencia: “Hay muchas más cosas que nos unen, muchos más intereses que nos unen, que unos peajes por el canal”.
Si bien esta es apenas una breve aproximación analítica, en el marco de nuestra argumentación inicial y tomando en cuenta la compleja historia de las relaciones entre EE. UU. y Panamá, el deseo de Trump de retomar el Canal de Panamá estaría desatando un melodrama que, como sabemos, se nutre del conflicto, del dualismo moral y del sufrimiento del ser humano cuando se encuentra en situaciones límite como las que provoca la traición de quien se tenía como un buen amigo.