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- 01/07/2021 00:00
Otro quinquenio perdido
“El pueblo no necesita que su Gobierno se queje y culpe a su antecesor. Es votado para que mejore la situación; por eso fue elegido, para dar soluciones. Para quejarse ya está el pueblo”. Este fragmento lo leí revisando mis redes sociales, me saltó a la vista que es la constante en nuestro país, y con toda franqueza puedo decir que, con COVID-19, esta administración todavía se escuda en esto para justificar la inacción en puntos claves.
Podemos, en honor a la justicia, comprender que ningún Gobierno estaba preparado para esta situación de crisis; sin embargo, como todo en la vida, sí se puede asumir cómo actuar frente a esta, sin descuidar sectores como educación, deporte y economía en general. El accionar se ve entorpecido por decisiones que están haciendo sucumbir la economía en todos sus espectros, salvo el sector agropecuario, que, como todos sabemos, cuenta con una política de subsidios y sistemas de financiamiento bancario a nivel gubernamental, después de esto el empleo formal está decreciendo, la informalidad vestida de emprendimiento se abre paso para generar ingresos en muchos sectores de la sociedad.
Las metas económicas propuestas en campaña no se alcanzarán, los ingresos que se esperaban por medio de tributos mucho menos, la inversión privada tomará un ritmo sin tanto aspaviento dentro de dos años, pero, no hay cuartel para seguir justificando el funcionamiento con préstamos a las IFIS y colocando bonos soberanos, que obviamente pagaremos todos y quizá hasta nuestros hijos, tengan la plena seguridad de que un selecto grupo cercano al poder, incluyendo aduladores y políticos, la pasará tranquilo, pues, si no se sienten afectados, no tienen empatía con las calamidades del ciudadano que no quiere migajas ni bonos ni bolsa solidaria, quiere trabajar y salir adelante.
No quiero imaginar cuántos negocios faltan por cerrar sus puertas, ya que, si no lo hacen por falta del circulante e iniciativas reales de impulso económico, las multas tributarias y cierres obligados por horarios y demás se encargarán de lo restante; pero no importa, esto es fiesta, cada uno debe amarrar su caballo al mejor estacón donde esté el mejor pasto. Es decir que a los grupos de poder les vale tres pepinos lo que sucede en las familias desde Darién a Punta Burica, siempre y cuando ellos estén bien, no pasa nada.
Si algo he aprendido es que no hay peor Gobierno que el que no da golpes de timón cuando las cosas no se están dando, el Gobierno anterior contó con ministros incompetentes que tenían otro Panamá en sus oficinas y ahora prácticamente vamos por lo mismo, el solo hecho de escuchar aquella vez al ministro de Economía que se seguiría con la práctica de préstamos, en vez de impulsar austeridad, al menos para hacer empatía nacional, me dije: “Peor que Narnia”.
Espero que, en los 36 meses de Gobierno que restan, al menos, puedan solucionar lo más apremiante, pero esto no es posible si su círculo de asesores, políticos y “pasieros” les pintan lo que les conviene. El oído del César es muy delicado en la gobernanza.
Dios bendiga a Panamá.