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- 23/03/2025 00:00
¿Qué significa el sistema único de capitalización solidaria?
La semana pasada, el presidente de la República, sancionó la Ley 462, que reforma la Ley Orgánica de la Caja de Seguro Social. Esta ley —según el primer mandatario— garantizará los fondos de las pensiones, por lo que consideré necesario reflexionar en esta glosa sobre el significado del sistema único de capitalización solidaria que —de acuerdo con la ley— contribuirá a establecer una tasa mínima de reemplazo del 60% para los asegurados que se retiren.
Confieso que —de entrada— me dio algo de desconfianza y hasta me pareció un oxímoron eso de la “capitalización solidaria”, que implica combinar elementos de los sistemas de reparto solidario y capitalización individual para equilibrar sostenibilidad financiera y protección social.
Dicho todo lo anterior entremos de lleno a darle respuesta al sistema único de capitalización solidaria, respondiendo —sin pretender ser exhaustivo— a tres preguntas fundamentales: ¿Qué significa cada componente de la capitalización solidaria?, ¿es posible la capitalización solidaria en un sistema de pensiones?, ¿desafíos y riesgos de la capitalización solidaria?
Comencemos estableciendo que un sistema único de capitalización solidaria para las pensiones implica una serie de cambios significativos en cómo se gestionan y distribuyen los fondos de jubilación. Veamos qué significa cada componente.
La capitalización se refiere a que los fondos de pensión se acumulan individualmente a lo largo de la vida laboral del trabajador, y cada persona tiene una cuenta donde se depositan sus contribuciones y las ganancias generadas por esas inversiones; por su parte, la solidaridad introduce un elemento de redistribución para asegurar que aquellos con menores ingresos o situaciones desfavorables reciban una pensión digna, y; el sistema único implica que existe un solo sistema de pensiones para todos los trabajadores, eliminando la existencia de múltiples regímenes con diferentes reglas y beneficios. Esto busca simplificar y homogeneizar el sistema, promoviendo la equidad y la eficiencia.
Ahora bien, ¿será esto posible? Pues, parece que sí, pero la propuesta requiere del establecimiento de sólidos mecanismos de solidaridad dentro del sistema de capitalización. Estos mecanismos son esenciales para garantizar que el sistema sea justo y sostenible, protegiendo a los más vulnerables y mitigando los riesgos inherentes a la capitalización individual.
Para ello, deberán cumplirse los siguientes requisitos: garantizarse pensiones mínimas, independientemente del saldo acumulado en las cuentas individuales; existencia de subsidios para grupos vulnerables, a fin de complementar sus cotizaciones y aumentar sus fondos de pensiones; mecanismos eficientes para compartir los riesgos del mercado entre todos los participantes del sistema; solidaridad intergeneracional, para que las generaciones activas contribuyan a financiar las pensiones de las generaciones pasivas; establecer mecanismos para compensar las desigualdades generadas por factores como la diferencia en la esperanza de vida entre hombres y mujeres o las disparidades salariales, y; garantizar la transparencia y la eficiencia en la gestión de los fondos solidarios, en un ámbito de comunicación y la educación continua y permanente para que la población comprenda el funcionamiento de los mecanismos de solidaridad y su importancia.
Hasta aquí todo pinta bien, sin embargo, la capitalización solidaria, aunque busca sostenibilidad y equidad, enfrenta desafíos significativos. La dependencia de los mercados financieros expone las pensiones a volatilidad, afectando especialmente a quienes se acercan a la jubilación. Grupos vulnerables, como trabajadores de bajos ingresos, podrían recibir pensiones insuficientes, y el riesgo de longevidad plantea la posibilidad de agotar los fondos antes del fallecimiento.
El gran desafío será determinar cómo se financiará el componente solidario, garantizando su sostenibilidad financiera a largo plazo. Las opciones pueden incluir impuestos, subsidios estatales, contribuciones adicionales de los trabajadores con mayores ingresos y aportes del Estado.
Por otro lado, la sostenibilidad del sistema se verá amenazada por los altos costos de transición, el envejecimiento poblacional que reduce la base de cotizantes, y el riesgo de mala gestión de los fondos. La búsqueda de la equidad también es un desafío, ya que las diferencias salariales generan grandes desigualdades en las pensiones, y la falta de solidaridad intergeneracional puede crear tensiones sociales.
La regulación y supervisión rigurosas son esenciales para asegurar la transparencia y seguridad de los fondos. Un sistema mixto, que combine capitalización individual y reparto solidario, podría mitigar estos riesgos y garantizar pensiones dignas.
En resumen, parece que la capitalización solidaria ofrece una alternativa viable para construir sistemas de pensiones más sostenibles y equitativos. No obstante, existen desafíos que deben ser superados por medio de un diseño cuidadoso, una gestión eficiente y una comunicación efectiva. En este sentido, será obligatorio que, el gobierno, los expertos y la sociedad civil trabajen juntos para construir sistemas de pensiones sólidos y sostenibles.