Miles de feligreses celebraron este lunes el Día de los Reyes Magos en Bolivia con la costumbre religiosa de llevar las imágenes del Niño Jesús a los templos...
- 25/10/2015 03:00
Seguridad pública
Estamos enfocados en una publicidad engañosa en la que cada administración trata de justificar una menor actividad delictiva como una muestra de una indiscutible gestión gubernativa. La sociedad con una tendencia a la desvalorización como parte de la conducta humana en lugares de concentración poblacional, en donde la inseguridad reina, el peligro inclusive de perder la vida es tan natural que medimos los homicidios en función poblacional, es decir, cuántas muertes violentas ocurren en un periodo determinado por cada cien mil habitantes.
Convivimos en este mundo ficticio, donde el consumismo y lo material ha tomado el liderazgo, en una falsa creencia de que el acaparamiento de bienes es un pasaporte a la tranquilidad emocional y que además con ello se tiene el poder para alcanzar una felicidad plástica al amasar en fortuna que determinará lo que vales. Nada puede estar más equivocado, pero con esta competencia desleal junto a la pérdida de valores, jamás vamos a mejorar nuestra convivencia, al adoptar este estilo de existencia que carcome la calidad de vida en todo el sentido de la palabra. Retomar esta tranquilidad esta dentro de cada persona, de sus actos y disposición para predicar con el ejemplo.
La conducta social adecuada no se logra con la represión como una respuesta absoluta. Nosotros tenemos la costumbre de pensar que es la policía la que puede imponer el orden. Pedimos más y más vigilancia. Exigimos la presencia de los uniformados en la calle con el aumento de las rondas. Es cierto que algunos fenómenos como las áreas despobladas o lugares en oscuridad, facilitan la nefasta acción de los malhechores, pero la actividad delincuencial responde a una serie de variables dentro de los cuales está la impunidad o, como dicen algunos sumidos en la ignorancia represiva, ‘la certeza del castigo '. Esta trillada expresión contradice la posibilidad de rehabilitar o reinsertar a los que se han distanciado por sus actos delictivos.
Esta es una gran preocupación por parte de los estudioso de la ciencia de la conducta, quienes inmersos en complicadas teorías, no han podido encontrar una fórmula capaz de alcanzar una respuesta frente a las olas delictivas que giran dentro de la involución social. Mientras más desarrollada es una cultura, mayor es la batalla que se libra contra los delincuentes sin distinguir los cuellos, no obstante, hay alentadoras noticias cuando se logra bajar los niveles de corrupción gubernamental.
Mientras mayor sea la seriedad y legalidad de las actividades realizadas por los funcionarios y las autoridades en una sociedad determinada, de inmediato empiezan a decender los niveles de criminalidad. Es aquí entonces donde hay cabida para elucubrar sobre la certeza de la sanción y de este modo, se abre el camino hacia la rehabilitación y posterior reinserción del condenado devuelto a la sociedad. Seguro que no podemos convertir a una cárcel en un hotel, pero peor es tener un depósito de cuerpos humanos hacinados, que al igual es el lugar apropiado para que un extraviado social alcance una especialidad dentro de su desviado comportamiento.
Observamos la debilidad creciente por buscar en la legislación la manera de contener el hacinamiento carcelario, es especial, sobre las detenciones preventivas, lo que muy bien esta diseñado en teoría sobre esta medida irregular, de privar definidamente al sospechoso de haber cometido un delito, mientras se puede probar su participación. Seguro que aquí chocamos con sentidos contrarios entre la presunción de inocencia y la detención preventiva, como una medida excepcional, convertida actualmente en una regla.
Claro está que se debe y tiene que proteger a la sociedad de sujetos peligrosos que nada más con la cárcel se puede asegurar para que no sigan haciendo daños en delitos graves. Esta contención en el Sistema Acusatorio ha tomado el giro apropiado, al exigir a la autoridad el establecimiento de un término fatal para estos casos extremos, con el máximo hasta un año para casos complicados. Nosotros no estamos seguros de si esta aplicación garantizará esta anhelada tranquilidad, si los delitos graves se van a suceder en esa misma medida, entonces se mantendrá una población carcelaria flotante, con la ocupación y desocupación de personas sujetas a procesos.
La contención de la criminalidad se debe orientar hacia la prevención de los delitos y, en el Estado ideal, a eliminar la delincuencia, con la aplicación de valores morales; con el saneamiento de la sociedad ocupada en el consumismo, la moda, la descomposición social, alimentada con las drogas lícitas e ilícitas combinadas y otra vez con la supervisión de autoridades incorruptibles. Seguro que no es utópico .
ABOGADO Y DOCENTE UNIVERSITARIO.