• 07/05/2020 00:00

Privilegiados del poder en la pandemia planetaria

Karl-Georg Zinn, en su libro Cañones y peste, señala dos factores que marcaron la individualidad específica de la Modernidad europea: La gran peste y la invención de las armas de fuego.

Karl-Georg Zinn, en su libro Cañones y peste, señala dos factores que marcaron la individualidad específica de la Modernidad europea: La gran peste y la invención de las armas de fuego. La peste, que en particular, entre 1347 y 1352, arrebató la vida a la mitad de la población, cambió de manera traumática la relación entre los seres humanos. Con tocar ligeramente a una persona infectada, uno estaba expuesto al contagio que podía, incluso, producirle la muerte. El amor al prójimo se tornó peligroso, en tanto que el distanciamiento aumentaba las posibilidades de la propia supervivencia. Las formas de conducta se modificaron. Se comenzó a evitar comer de una olla común y se impuso el uso del cubierto propio. Las armas de fuego posibilitaron matar a distancia sin tocar personalmente al enemigo (Duchrow y Hinkelammert, 2003).

La desigualdad y la pobreza, constituyen manifestaciones de una misma problemática, expresada en políticas que promueven la concentración de la riqueza, la pobreza es una expresión de falta de titularidades, que padecen de forma directa las personas y familias, con falta de mecanismos de protección social, que experimentan desnutrición, analfabetismo y hacinamiento, lo cual les ocasiona problemas en su desenvolvimiento físico y mental y limita las posibilidades de desarrollo de capacidades en contextos marginales y sectores urbanos deteriorados.

Las sociedades sumamente desiguales no funcionan de forma eficiente, y sus economías no son ni estables ni sostenibles a largo plazo. Cuando un grupo de intereses detenta demasiado poder, logra imponer las políticas que le benefician, en vez de las que beneficiarían a la sociedad en su conjunto. Cuando los más ricos utilizan su poder político para beneficiar en exceso a las grandes empresas que ellos mismos controlan se desvían unos ingresos muy necesarios hacia los bolsillos de unos pocos, en vez de dedicarse en beneficio de la sociedad en general. (Stiglitz: 2017, 135).

En Latinoamérica, las ciudades están fragmentadas y divididas, con segmentos integrados a la economía internacional, un segmento integrado al sector interno y un tercer segmento que comprende las actividades que forman parte del sector informal. Esto lleva al surgimiento de espacios urbanos de opulencia con los centros comerciales, restaurantes de cadenas internacionales, que le imprimen rasgos de grandes ciudades del mundo. En contraste están los barrios populares con problemas de hacinamiento, dificultades en los servicios de agua, drenaje y transporte público. En tanto, la ciudad globalizada con los centros financieros, y comerciales, parecidos a capitales del mundo desarrollado. Los estamentos de capas medias y altas ejercen sus derechos ciudadanos, y la presencia del Gobierno garantiza la infraestructura vial, drenajes, escuelas y centros de salud. En contraste, los sectores populares, marginalizados, deben aportar trabajo comunitario, a pesar de que sus viviendas estén legalizadas, paguen impuestos y el derecho a la disposición del servicio de agua, aunque el líquido vital no les llegue, reflejo de la inequidad y el grave déficit de servicios y equipamientos básicos, expresión espacial de una ciudadanía restringida, y factor que abona al clima de inseguridad y delincuencia, como efecto del contraste social y territorial. (Ziccardi, 2020).

La humanidad vive en la actualidad con el riesgo de adquirir una enfermedad infecciosa de alta transmisión y letalidad, que no tiene vacuna. La infección (del latín infestatio= invasión) se entiende como proceso que implica el ingreso de microorganismos al cuerpo, con multiplicación y supremacía, cuya ocurrencia se da de diferentes maneras y a través de distintas vías.

Un indicador de adecuada democracia es la transparencia en la información. Por ello, recomendamos a las autoridades de Salud y a la Presidencia, que presenten los datos de personas contagiadas, fallecidos, pacientes en UCI y recuperados, por grupo étnico, y condición económica. Esto permite realizar cruces de variables y generar información valiosa, para el conocimiento de la pandemia. Existen acuerdos internacionales que establecen la presentación de los datos con enfoque étnico. Para superar esta invisibilización de los datos en el sector salud, exigimos que se presenten con este enfoque, no discriminatorio.

La democracia tiene que ver con la igualdad, que es lo opuesto al racismo. Sin igualdad en todos los campos de la vida social, no hay igualdad posible en ninguno de esos campos en particular, tan solo su espejismo. La libertad no existe en donde la igualdad se encuentra ausente, toda vez que los poderosos siempre tenderán a prevalecer en un sistema no igualitario. Por eso son endémicas a nuestro sistema las quejas relativas a la corrupción. (Wallerstein, 2006, 109).

La pandemia es un fenómeno crítico que pone en riesgo la continuidad de la civilización. Las posibles consecuencias de esta pandemia serían la deslocalización de la capa media, al pasar a ser clases subalternas y pauperizadas, la extinción del pensamiento social del segmento profesional y con ello otras instituciones afines, como la educación pública, la universidad pública, la seguridad social universal y el bien común.

La supervivencia de la humanidad, para no sucumbir ante la amenaza de un letal enemigo invisible, requerirá de los avances de la ciencia para encontrar una cura, y de una nueva ética, un nuevo estilo de vida con educación para todos en temas fundamentales de la bioseguridad, una nueva relación entre los seres humanos, estableciendo la jerarquía en las prioridades basada en el bienestar humano, en los países a distintos niveles: comunitario, distrital, provincial, regional y nacional, sin duda con la urgencia de empoderar la necesaria solidaridad internacional, puesto que la humanidad sin humanismo, está condenada a desaparecer.

Referencias: Duchrow, U. y Hinkelammert, F. (2007): “La vida o el capital”. Editorial DEI, San José. Stiglitz, J. (2015): “El precio de la desigualdad.” Editorial Debolsillo. Barcelona. Wallerstein, I (2006): “La decadencia del poder estadounidense.” Editores independientes. Bogotá. Ziccardi, A. (2020): “Ciudades latinoamericanas: la cuestión social y la gobernanza local.” Clacso, Buenos Aires.

Economista
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