• 01/05/2023 00:00

'Poderosos', 'privilegiados' y... 'pendejos'

“Somos (los pendejos) un gran grupo heterogéneo, que en su mayoría desea lo mejor para su familia, sin estar matando o explotando a las personas”

Cada vez que veo la televisión, visito un poblado o converso con las personas, llego a la misma conclusión. Nuestro entorno en Panamá se encuentra conformado por tres tipos de individuos, independientemente de raza, color de piel, estatus social, peso, altura, civil o militar, mujer o hombre, clase alta, media, baja o arruchada, originarios o no. Si homogenizamos todos los conceptos, podemos reunir, a los 4.5 millones de panameños mal contados, bajo tres paraguas: poderosos, privilegiados y pendejos.

Aplicándole la ley de las matemáticas y sin exagerar mucho, pudiéramos decir que unas 8000 personas se encuentran dentro de los poderosos, como el nombre lo dice, son personas con muchos recursos económicos, habidos por el trabajo honrado de unos, y por otros no tan honrado o la política, lo que les permite sentirse como dioses, por encima del humano común, con el cual solo se equiparan, cuando mueren. Este grupo controla y manipula la economía del país para su beneficio, como si Panamá fuera su finca. La gran mayoría vive inventando, cuanta cosa tenga que hacer, para ganar más y más dinero, porque el virus de la codicia los consume, nunca es suficiente. Su estabilidad se cimenta en su relación e interrelaciones solo con los de su grupo; utilizan a todo el mundo, pero solo comparten con sus iguales.

Los privilegiados, gran cantidad de los cuales está haciendo todo lo posible por formar parte de los poderosos; de hecho, la mayoría cuenta con el apoyo de estos, lo que los faculta para un mejoramiento económico “Tipo Flash”, o sea de no tener nada o casi nada, a ser poseedor de fortunas, fincas, yates, carros y residencias lujosas en un instante, lamentablemente durante ese “Flash Económico”, muchas veces sus acompañantes en las “podridas” son reemplazados por modelos más recientes, con los cuales, inevitablemente, con el correr de los tiempos, terminarán distanciándose, ya que todo lo que los unía eran simplemente los intereses, de la buena fortuna. Muchos de estos, al “voltearse la tortilla”, volverán a su triste realidad; pero la mayoría se consuela diciendo “nadie me quita lo bailado”. De hecho, la mayoría de estos está sujeta a la marea política, así que, a gozar con la marea llena, pa' aguantar la marea baja.

Vale la pena anotar que existe un grupo de personas que, por su capacidad económica, se le puede incluir dentro de los privilegiados; pero que son verdaderos profesionales, que se han ganado su mejoramiento económico, trabajando honradamente. Lamentablemente, no son la generalidad.

Bien, llegamos al tercer grupo, en el que nos encontramos la mayoría, que somos seres humanos simples de carne y hueso, que caminamos, hablamos, respiramos; tratamos dentro de lo posible mejorar, para poder ofrecerle a nuestra familia condiciones que les permitan vivir con dignidad.

Somos un gran grupo heterogéneo, que en su mayoría desea lo mejor para su familia, sin estar matando o explotando a las personas. No es que seamos conformistas, pero no estamos dispuestos a dejar nuestra tranquilidad espiritual, que nos permite salir a la calle, sin el temor que nos griten improperios, o que nos den un tiro, por estafadores, y eso que la seguridad pública en nuestro país deja mucho que desear.

Pero que no se equivoquen los poderosos y privilegiados, los “pendejos”, simplemente lo que queremos es que nos dejen vivir y trabajar en paz, dentro de la seguridad: social, alimentaria, educativa y salud, que merecemos y que se encuentra dentro de las obligaciones, que deben brindarnos los gobernantes de turno. Deberían de soltar un poco la soga que nos está ahogando y no ser tan descarados, porque se podría reventar, y en un instante perderían su forma de vida, al instalarse Gobiernos como el de Singapur o El Salvador o peor, en el que se les acabarían todos sus poderes, privilegios y sobre todo los “¿qué hay pa' mí?”. Estudien lo acontecido en otros países, donde aprendieron que la mejor forma de perpetuar sus poderes y privilegios es, vivir y dejar vivir a los demás.

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