• 23/08/2021 00:00

Pedro Prestán o la narrativa del camuflaje histórico

“[…] Prestán […] fue asesinado […], […] por la intrepidez de encarar militarmente -desde una posición de clase trabajadora- al coloso norteño, al poner en riesgo sus intereses globales en el istmo”

El 18 de agosto último, se cumplieron 136 años de efectuada la patraña montada contra Pedro Prestán para justificar su asesinato, luego del incendio de la ciudad de Colón, resultante del intercambio desigual de balas y bombas, entre las fuerzas de este héroe y las del naciente imperio estadunidense con sus escuderos locales. Las evidencias hablan de que a Prestán no le convenía un incendio en la ciudad. A los inversionistas gringos, sí, para escamotear el proyecto francés o simplemente, generar un proceso de expulsión de familias trabajadoras, como el que se impulsa en los últimos 30 años.

En efecto, las disputas entre liberales y conservadores, como narrativa puesta en primer plano para comprensión de nuestra historia, contribuyen a camuflar las causas sociológicas profundas que dinamizaron los procesos de subdesarrollo a los que se opusieron patriotas como Prestán, Victoriano Lorenzo y más tarde, otros como Juan Navas Pájaro y Antonio Yepes De león. El papel de todos ellos se comprende científicamente en el marco de las contradicciones entre las clases sociales vigentes y emergentes en los siglos XIX y XX.

El origen social de Prestán fue el de clase trabajadora. Nace en una familia dependiente de su capacidad de trabajo, no de rentas ni explotación de otros para vivir. Se vincula a empleos privados, al trabajo informal y al empleo público, como maestro de escuela en el distrito de Santa Isabel. En el ejercicio de su oficio abogadil, atendió las necesidades de protección legal de trabajadores cuentapropistas, pequeños propietarios y asalariados… pura clase trabajadora. Esto, dice de su identidad de clase, al no entregarse a la defensa de los potentados de Colón o el resto del istmo. Prestán, fue coincidente y coherente al provenir y servir solo a clases trabajadoras.

En la historia oficial lo acusaron de dirigir a una manada de extranjeros delincuentes -chinos y negros- para incendiar la ciudad atlántica. Revelándose aquí no solo el racismo de las élites, sino el ocultamiento de que esos trabajadores veían en Prestán a su defensor legal y político ante las clases dominantes igualmente extranjeras y proextranjeras…, pero explotadoras de nuestras riquezas y fuerza de trabajo acantonadas en el istmo.

Como liberal, de la corriente radical, este patriota, si bien tenía como norte la creación de un Estado nacional con fundamento en un mercado interno robusto, consideraba la participación de artesanos, minifundistas y de asalariados de una industria nacional en ese Estado. Las luchas en las que participó este líder cartagenero-colonense estaban prestigiadas por la defensa de estas clases sociales frente a los desmanes de latifundistas y comerciantes monopólicos, que, en la mayor parte del siglo XIX, se arropaban con los partidos conservadores; a finales de este y en el siglo XX, las diferencias con los “liberales” fueron diluyéndose; cada vez más, estos pertenecían a las mismas clases explotadoras de los “conservadores”.

Esto último, resulta de la conjunción del papel jugado por la impronta imperial en América Latina y el Caribe -en unos casos, inglés; en otros, francés o alemán y en Colombia y nuestro istmo, el norteamericano- fortalecedor no de los conservadores y los liberales “moderados” “per se”, sino un tanto coincidentes con el desarrollo del gran capital imperial en detrimento del capital nativo.

Así, el proyecto de los liberales es truncado desde el siglo XIX por el poder de las empresas monopólicas de EUA, en franco ascenso en el continente. Por tanto, termina borrándose paulatinamente la oposición de intereses entre los cabecillas liberales y conservadores en Panamá, Colombia y toda América Latina y el Caribe.

No por azar tanto Prestán como, posteriormente, Victoriano Lorenzo, siendo “liberales” ambos, fueron abandonados a su suerte por sus cabecillas de la época. Ambos recibieron un escarmiento por atreverse a enfrentar al imperio del norte, que, desde los Tratados Mallarino-Bidlank (1846), ya imponían directamente sus criterios y presencia en nuestro istmo, protegiendo sus intereses a través del papel antidesarrollo y entreguista desempeñado por las clases latifundistas y comerciantes monopólicas de Colombia en general y de nuestro istmo en particular.

Ergo, Prestán no fue asesinado por su demostrada mística que seducía a un sinnúmero de militantes provenientes de las clases trabajadoras colonenses y extranjeras. Tampoco, por sus concepciones “liberales radicales”, sino por la intrepidez de encarar militarmente -desde una posición de clase trabajadora- al coloso norteño, al poner en riesgo sus intereses globales en el istmo.

Sociólogo y docente de la UP.
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