• 11/06/2024 23:00

Paz en tiempos de guerra

Los escenarios militares que crean incertidumbre están ardiendo en muchos lugares [...] La paz debe meterse entre las grietas de la guerra y generar condiciones para vivir y crear un futuro caracterizado por la prosperidad

El pasado 6 de junio se celebró el 80 aniversario del desembarco de fuerzas aliadas en las costas de Normandía. Estrategia conocida como Día D y que marcó el inicio de las acciones para acabar la Segunda Guerra Mundial. A la conmemoración acudieron jefes de Estados, reyes y autoridades políticas, europeas y estadounidenses que resaltaron el significado de la fecha y su importancia histórica.

Paradójicamente los actos se producen en medio de dos grandes conflagraciones; una, al este de Europa con la invasión de Rusia a Ucrania desde hace más de dos años; en el segundo caso, el conflicto entre Israel y las fuerzas del movimiento Hamás, que ha destruido el sector de Gaza y cuyos mortales efectos parece que no van a tener final por la falta de acuerdo entre las partes.

Las ceremonias en Normandía se han desenvuelto con actos que dejan entrever que la paz no tiene espacio en las negociaciones, ni siquiera en épocas en que se escoge el nuevo parlamento que agrupa a las naciones europeas. Los gestos incluyen solicitudes de comprensión por el atraso de los fondos para una de las partes en la guerra ucraniana. Además, entrega de aviones, helicópteros e infraestructura virtual para el combate.

Los alcances de estas guerras son inconcebibles. Según la BBC de Londres, unos 50 mil soldados de nacionalidad rusa han muerto en el enfrentamiento. Explican también que, aunque el país invadido no informa las cifras de las bajas, se estima que ya hay más de dos millones de fallecidos ucranianos. Cada arma, vehículo o tecnología bélica es un instrumento de muerte, sobre todo de civiles no involucrados en los combates.

Las acciones, movimientos o iniciativas en una conflagración entre enemigos tienden a fortalecer a los fantasmas de la muerte. En Gaza, por ejemplo, las incursiones para rescatar a cuatro rehenes han dejado como resultado 274 muertos no relacionados con los acontecimientos. En Ucrania, los centros comerciales se tornan objetivos de los misiles o de los drones para destruir todo dentro de los establecimientos.

¿Cuál es la lógica de quienes toman las decisiones sobre la vida y el bienestar de ciudades o poblaciones involucradas como objetivos secundarios de las tareas castrenses? Este clima espeluznante, ¿es coherente con los avances de la ciencia y la tecnología que se alcanza a estas alturas del siglo XXI? En algunos casos, los dirigentes políticos no siguen las recomendaciones incluso de sus asesores más próximos, y se suben en el carro de la guerra.

Decía Jean Paul Sartre que “lo más desagradable del mal, es que a uno lo acostumbra”. Los escenarios militares que crean incertidumbre están ardiendo en muchos lugares. “Con seguridad, al menos habrá ocho guerras hasta final de año, pero probablemente sean más”, afirma Therese Petterson, coordinadora del Programa de Datos de Conflictos de Uppsala (UCDP)”, informa la BBC.

Además de los conflictos en Ucrania y Gaza, también ocurren en Burkina Faso, Somalia, Sudán, Yemen, Myanmar, Nigeria y Siria. Aún no se termina de limpiar la sangre en Haití; sigue la intranquilidad en Ecuador; están latentes todavía los desacuerdos entre India y Pakistán y no cesan las diferencias entre las dos Chinas y las Coreas. Salvo en muy pocos casos, se han establecido concretos avances para poner fin a las discrepancias.

Resulta lógico establecer que el aumento de las discordancias y el intercambio agresivo ha incrementado las muertes. Magnus Öberg, director de UCDP, ha afirmado, en entrevista para la BBC, que: “El número de conflictos [...] y el número de muertes relacionadas con combates ha aumentado en un 97% solo en 2022, con un aumento de más del 400% desde el inicio de la década de 2000”.

La paz debe meterse entre las grietas de la guerra y generar condiciones para vivir y crear un futuro caracterizado por la prosperidad. Solo así se honrará a Normandía.

El autor es periodista
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