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- 23/03/2023 00:00
Pacto MaMa, otra opinión
Hace algunos días el expresidente Martín Torrijos dio un aldabonazo político al anunciar sus intenciones de presentarse como candidato presidencial en las elecciones del 2024, amparado bajo la bandera de un partido que no es el suyo.
Lo primero que se preguntarán los electores es por qué ahora, y por qué no dentro de las toldas del PRD. A la primera interrogante el expresidente explicó muy bien que ante el deterioro de la clase política y la mutilación sistemática de los ideales que dejó su padre, el general, él se siente impelido por sus principios rectores a retomar junto a su pueblo el verdadero camino torrijista. En cuanto a lo segundo, comprendió muy bien que la única vía de salir airoso en unas primarias dentro de su partido era entrando en la componenda y el juegavivo, lo que lo ataría de tal manera que le sería imposible gobernar libremente en caso de ganar.
Torrijos, al igual que su padre, es un animal político y nadie puede dudar que el general, en un momento de confusión, se hizo dueño del país. De cualquier manera, Martín se encamina ahora hacia lo que podría ser la conclusión de una carrera política y puede apelar a sus electores expresando que su obra de Gobierno pasado quedó inconclusa.
Para algunos perredés este paso de Martín representa el cambio consecuente y necesario y sin duda una buena porción de copartidarios le acompañará en este nuevo reto. Al igual que podrá crecer y sumar siempre y cuando el factor Martinelli prevalezca. La gente pide un cambio y hasta ahora los más opcionados eran la continuidad o Martinelli. Ahora se le presenta al electorado otra opción con posibilidades de triunfo, ya que el apellido Torrijos concita aún emociones a lo largo y ancho de nuestra geografía.
Martín aparece en el momento menos esperado para contrarrestar toda una serie de candidaturas con personajes, con raras excepciones, desconocidos y en algunos casos hasta anodinos, y se asoma precedido de los resultados de una obra de Gobierno que arrojó resultados positivos. Demostró carácter al atender sin miedo los grandes problemas nacionales que recibió. En fin, el legado de Omar es una braza encendida en todos los hogares esperando solo que le sople el viento adecuado.
Por otro lado, Martinelli es, sin duda, un gran líder en oposición. Personajes importantes de los medios de comunicación, empresarios y conspicuas personalidades políticas han servido, en la mayoría de los casos, a crear este volcán político. Comerciante exitoso, creador de empleos, poseedor de una gran capacidad de trabajo y de una gran fortuna, de olfato político y coraje es difícil resistirle cuando se empecina en algo.
Martinelli goza de liderazgo y mando, espíritu de organización, capacidad estratégica para aprovechar lo coyuntural y posee una empatía arrolladora que crece mientras más se sumerge en los estrados humildes. Es un hombre que se siente más cómodo lejos del protocolo y del vestuario que este exige y hasta ahora tiene una amplia ventaja sobre cualquier otra candidatura.
Hay otra ventaja que exponen estos dos candidatos sobre los demás y es el “periodo de aprendizaje”, ambos, Martín y Martinelli, en su calidad de expresidentes, sabrán desde el primer día en palacio qué tienen que hacer y cómo y, eso va a ser crucial en el 2024. A diferencia de los demás, que, en el mejor de los casos, necesitarán de varios meses para lograrlo. Lo otro es que durante sus gestiones ambos demostraron carácter para lograr lo que querían hacer.
Para Martín el partir casi de último en esta contienda, esta aparente desventaja podría convertirse en lo contrario. Ya conoce el estribillo de los demás, no está desgastado y puede aprovecharlo para presentarse como un candidato a quien alientan ideas renovadoras, apelar a lo panameño, sin incurrir en exagerados discursos ajenos a la realidad que hoy vivimos. Sin embargo, en mi opinión, las oportunidades de Martín están casadas con la candidatura de Martinelli por el terror que le tienen a este sus adversarios. Si Ricardo Martinelli no corriera por alguna causa resurgirían los cacicazgos y se perdería la oportunidad de una gran unión nacional; y el problema del PRD es que si lo dejan correr lo matan y si se lo impiden se muere.