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- 22/06/2022 00:00
Nicaragua trampolin militar ruso
La reciente autorización del gobierno de Daniel Ortega presentada justo en el desarrollo de la invasión de Rusia a Ucrania, de permitir ingresar personal, naves y aeronaves de las Fuerzas Armadas de la Federación de Rusia a Nicaragua, cambia el panorama internacional global de manera radical y subregional, en particular, ya que no solo pone en peligro la seguridad de Costa Rica, sino lo que es peor, la seguridad del Canal y de la propia República de Panamá, que lo mínimo que exige es una ruptura de relaciones diplomáticas, con esos agresivos países.
Es evidente, que con ese paso, Nicaragua desafía abiertamente la seguridad de los Estados Unidos y Rusia se arriesga a un enfrentamiento militar directo, que va más allá de la dinámica específica del conflicto en Ucrania, donde no hay efectivos militares estadounidenses in situ. Considerando lo que podría ser la reacción oficial de los Estados Unidos, no creo que este país se siga atando a su tradicional conducta de reaccionar ante los desafíos de Rusia y su política de hechos consumados (Osetia, Abjasia, Crimea, Dombas, pronto la toma de toda la costa del Mar Negro y luego Trasnistria).
Esta vez, la cercanía geográfica de la amenaza, lo obligara a actuar proactivamente, lo que significa que se verá compelido a tomar la iniciativa del carril militar contra Nicaragua. Con todo, es evidente que para dar el arriesgado paso, el régimen Managua tiene contemplado tal escenario con Rusia, pues la medida a la que se obliga tomar a dicho protectorado ruso en Centroamérica, es de tal calibre, que pone en juego la existencia misma del régimen de Ortega vis a vis, una invasión. No es casual, que tal acción tenga dos vertientes, una táctica, que Ortega haya exigido la aprobación inmediata de la propuesta a la Asamblea, con la intención de prepararse de antemano, con apoyo militar ruso ya negociado , contra una acción militar temprana de Estados Unidos y otra estratégica, que los supuestos “ejercicios de adiestramiento e intercambio en operaciones de ayuda humanitaria” (sic), denominación eufemística con la que se inaugura la intervención militar directa a posteriori, se extiendan por seis meses (julio-diciembre), contando con tiempo suficiente para mantener presencia rusa en las narices de los Estados Unidos, de forma que los obligue a cancelar su apoyo militar a Ucrania. Tal maniobra, los regímenes de Ortega y Putin, pretenden instrumentalizarla primero, creando las condiciones militares inmediatas para repeler un ataque de Washington a Managua.
A propósito, este ataque afectaría no solo a infraestructura militar nicaragüense, sino lo más importante, a objetivos y militares rusos, pues los nicaragüenses no tienen ni la tecnología, ni la preparación para utilizar armamento de punta, aunque es evidente que puedan tener cierto personal entrenado de antemano, pues lo que está ocurriendo no es una decisión improvisada, pero en términos puntuales, quienes serán los responsables directos del manejo de la maquinaria militar rusa, serán los rusos, igual como sería el caso de la defensa militar de Venezuela; por tanto, quienes pongan los muertos y segundo, dando medio año, para que Estados Unidos retire parsimoniosamente su apoyo militar a Ucrania, utilizando el subterfugio de problemas económicos internos o cualquier otro, que le permita lavar su cara.
Esta situación contrario a los cálculos de Rusia, podría provocar que al revés, Washington decida involucrarse en la guerra en Ucrania, exactamente como lo pretende hacer Moscú ahora en Nicaragua, ello es, con una presencia militar directa, es decir, con efectivos en ese país centroamericano, transformado en plataforma de ataque, que no es igual a la participación estadounidense actual en Ucrania, de apoyo armamentístico y por otro lado, que aborte, el objetivo estratégico real de la medida militar rusa que no es otro, que recrear la crisis de los miles de 1962, para obligar a Washington a ceder y retirar su apoyo militar a Ucrania a cambio de la retirada de Rusia de Nicaragua. Esa quebradura de brazo, no sé hasta qué punto los Estados Unidos y la OTAN, se la puedan permitir a Moscú , pues no hay que olvidar, que por un lado en la guerra de Vietnam, la URSS se involucró por décadas apoyando con tecnología militar de punta a Vietnam del Norte, incluso hasta la victoria de ese ejército contra los Estados Unidos, realidad que no le permite a Rusia tener autoridad moral, para exigir que Washington no haga lo mismo en Ucrania y por el otro, que como respuesta a una invasión de Estados Unidos a Nicaragua, Moscú cuente con sobradas alternativas de respuesta, como el hacer mecánicamente otro tanto en Europa, pues aparte de la pobre Moldavia, que igual la va agredir, un ataque a cualquier otro país tendría que ser a un miembro de la OTAN (un ataque a Finlandia o Suecia, equivaldría a lo mismo); desataría la Tercera Guerra Mundial.
En conclusión, a mi juicio el desenlace de la actual aventura militar rusa en Nicaragua, dependerá de la dureza con que la reacción estadounidense se manifieste. Si en su entorno inmediato, se doblega ante Rusia, quedará demostrado que el imperio estadounidense llegó a su fin, si responde en la misma proporción a la amenaza militar que Moscú le está presentado, pasando de las palabras a los hechos, ello es, invadiendo o como mínimo atacando objetivos militares en Nicaragua, que predispongan una invasión total, como la que Rusia desarrolla contra Ucrania; tengo la seguridad que la hará retroceder.