• 19/11/2015 01:00

Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde...

La vida misma nos presenta, que tomamos la tarea de analizar y valorar lo que perdimos y lo que tenemos.

Llámese dinero, trabajo, amor, una amistad, un familiar, o cualquier posesión que valoremos y que de alguno de ellos tengamos una pérdida, nos deja un vacío y un sentimiento de impotencia que en muchas ocasiones es acompañada de una sensación de tristeza y melancolía que pueden llegar a durar toda una vida, y nos lleva a reflexionar lo efímero que nuestra estadía en este mundo puede ser.

Lastimosamente es después de estas irremediables situaciones, que la vida misma nos presenta, que tomamos la tarea de analizar y valorar lo que perdimos y lo que tenemos.

Después empezamos a comparar el antes y el después, impidiéndonos muchas veces avanzar y continuar con la vida, haciéndonos vivir un presente lleno de frustraciones y un futuro totalmente incierto.

Estoy seguro de que a todos nos ha pasado por la mente alguna vez ese deseo de ser niños de nuevo, de estar en la escuela y saber que nuestra única responsabilidad en nuestras vidas era estudiar y jugar, pero irónicamente es en esa etapa de nuestras vidas en que deseamos crecer y ser adultos.

El ser humano es inconforme por naturaleza; creo que no hay una etapa en nuestras vidas que deseamos estar en otra, y sin embargo es esta ansiedad la que nos mantiene muchas veces insatisfechos, tristes por recuerdos del pasado que no regresarán o angustiados por lo que el futuro nos depara, sin permitirnos vivir a plenitud el presente y disfrutar lo poco o mucho que tenemos hoy, y no hay frase más cierta que la del novelista y dramaturgo irlandés Oscar Wilde: ‘A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante '.

Un instante es todo lo que se necesita para convertirnos en héroes o villanos, ser felices o sufrir tristezas inmensurables, lograr el éxito o sucumbir en el fracaso, pero si algo es cierto es que la búsqueda de estos instantes son los que nos dan una razón de vivir, un motivo para levantarnos cada día y ver a nuestro alrededor y echar hacia adelante.

En algunos casos es el deseo de explorar el mundo, de conocer lugares exóticos, de vivir la vida cada día como si fuera el último; y en otros casos, el deseo de crecer como seres humanos, prepararse académicamente, profesionalmente y formar una familia.

La vida de las personas está basada en decisiones, desde el momento que abrimos los ojos cada mañana, para decidir si este será un día más en nuestras vidas o si será el mejor día de nuestras vidas.

‘¡Que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde! ', me parece un cliché.

Todos sabemos lo que tenemos; y si no lo sabemos, es hora de dejar por un momento la televisión, celulares, computadoras y tomar unos minutos para ver todo lo que nos rodea en el trabajo, la escuela, la universidad, el gimnasio, el restaurante o donde sea que nos encontremos y notar que estamos rodeados de personas con las mismas preocupaciones y necesidades que cada uno de nosotros; pero más importante, ver en nuestros hogares, y a quienes realmente tenemos a nuestro lado de forma incondicional, a nuestros seres queridos, al centro de todo, nuestras familias; el día que logremos ver todo lo que tenemos en este preciso momento, el presente, entonces sabremos valorarlo cuando no lo tengamos, y más que sentir tristeza, seremos felices y sabremos lo afortunados que fuimos por cada instante que los tuvimos.

ARQUITECTO Y ROTARIO.

—APORTE DE LA COMISIÓN DE VALORES DEL CLUB ROTARIO DE PANAMÁ.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus