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- 13/04/2016 02:00
Música trascendental
La música es como una nave que lleva los instintos a través de un recorrido temporal y que también se mueve en el espacio, en ambientes diferentes con sus tonalidades, intensidad y resonancia. Ella además guarda otros momentos de la cultura y nos podemos asomar a la realidad en épocas anteriores o visualizar el futuro por su calidad de archivo trascendente y de cada agrupación específica que deja sus huellas a través de la melodía.
El proyecto World Music Panamá presentó hace algunos días un concierto para iniciar la temporada 2016 con el músico senegalés Ablaye Cissoko y el Ensemble Constantinople. El primero de ellos, ya había estado en el país junto al alemán Volker Goetze. Ahora vino con este trío especializado en la investigación de la música mediterránea, sobre todo en corales de la Edad Media y el Renacimiento.
Cissoko con su kora y el grupo apoyado en un setar —instrumento persa de cuatro cuerdas, semejante a una guitarra, pero de cuerpo ovalado y un puente largo con más de 20 trastos—, una viola y percusión, se han hecho acompañar de las voces para crear un ambiente que remonta la audiencia a la historia de pueblos del norte de África y el cercano oriente con evocaciones de escenas pastoriles o por el contrario, castillos y la solemnidad de las cortes.
Las pulsaciones de la kora abren el concierto, titulado Jardines migratorios —como el último disco—, le sigue el setar y Kiya Tabassian entona un canto que remite a la concurrencia a una forma rítmica novedosa. Ambos crean una fusión que se encuentra con el sonido de la viola e inundan la sala con compases secundados con los cueros percutidos por Ziya, el otro hermano iraní.
El concierto discurre con piezas que a veces canta Kiya, quien extrae viejas composiciones como Églogas del poeta Juan Del Encina, de manuscritos olvidados en templos, sacristías y ancestrales bibliotecas medioevales. El Ensemble, que se ha asentado en Canadá, extrajo ese material y lo ha reconstruido musicalmente para incluirlo en sus presentaciones. Cissoko también cuenta sus historias tradicionales como juglar de su tierra africana.
La armonía de dos expresiones disímiles, pero cercanas, caracteriza la actuación de los cuatro intérpretes. Tres manifestaciones de las cuerdas, quizá actuando al unísono por primera vez. Lo importante está más allá, recoger instantes que se han vivido junto a la danza de los herbazales peinados por el viento o la arena levantada por una calurosa brisa mediterránea, mientras hombres y mujeres trabajan, juegan, viajan o aman.
Kiya trata de explicar el sentido de las piezas, pero su incierto español se lo impide. No es necesario. Al rato, dejan de pulsar y tañen, el lenguaje para de deslizarse por las cuerdas; ahora percute y da fortaleza a los tamborines, campanas y lluvias sonoras. Recorremos las dunas, atravesamos vericuetos entre telas, frutas secas y accesorios del bazar, de un vetusto poblado.
Son los argumentos del cuarteto sobre el escenario esa noche. Las historias narran los problemas de naciones lejanas donde la cotidianidad se nutre de relaciones de diversos tipos y los pequeños conflictos de determinados grupos, alcanzan a los individuos más vulnerables en forma mayúscula, como plantea Cissoko. La canción guarda estas vivencias como en un rincón en la parte más oscura de la casa.
Esa es la riqueza de la experiencia armónica que trajeron el senegalés y el ‘ensemble ' iraní, unidos por el influjo de ritmos novedosos, que proyectan una realidad que nos transporta en el tiempo.
No hay que perderse en esta dimensión, la próxima presentación del grupo San Telmo Lounge y su expresión del tango desde la perspectiva del jazz y rock, en el Ateneo de la Ciudad del Saber, el jueves 14 de abril.
PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.