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- 28/01/2025 00:00
Mitos y realidades sobre la mortalidad de empleados de la construcción del Canal de Panamá
Sorprende el lugar que ocupan en el discurso público grandes mitos y mentiras, sobre fenómenos históricos y situaciones actuales, surgidos en Estados Unidos y repetidos en Panamá sin análisis crítico por algunas personas hasta con educación superior. Me refiero, primero, a la mortalidad durante la construcción del Canal interoceánico cuando entre 5.611 trabajadores fallecidos durante sus labores en 10 años, entre 1904 y 1914, sólo hay 350 estadounidenses (6 %) según la Comisión del Canal Ístmico, mientras que los empleados afroantillanos muertos fueron 4.049 (72 %).
Hace tiempo se inventó la hecatombe de poblaciones y en particular caucásicas, de trabajadores en la construcción del Canal de Panamá. Sin embargo, los datos no señalan más de 6.280 muertes entre los empleados de las compañías del canal francés desde 1881 hasta 1903.
Durante la etapa de construcción del Canal por los estadounidenses, de 1904 a 1914, el equipo dirigido por el doctor William Gorgas ataca primero a la fiebre amarilla, cuya incidencia desmoralizaba sobre todo a los empleados blancos del Canal, y luego a la malaria, enfermedad perniciosa y debilitante, también mortal.
El doctor Gorgas dirigió sus energías a erradicar el vector de la fiebre amarilla, el mosquito Aedes aegypti, insecto relativamente débil cuyo hábitat ocupa un espacio bien preciso y reducido. El aedes es “un mosquito hogareño, que deposita sus huevos en recipientes de agua limpia... como cisternas, jarras, botellas, latas, zanjas, hormigueros, jarrones, fuentes de agua bendita, tanques de inundación en desuso, etc. La mayoría de las veces los mosquitos se reproducen en la casa o en el patio y vuelan a cortas distancias...”. Las campañas de fumigación diarias, casa por casa, terminan rápidamente con el hábitat hogareño y el hábitat exterior se destruye regando una capa de aceite sobre la superficie de cada charca, en los patios y en las calles sin pavimentar, para asfixiar las larvas. Al mismo tiempo se inician y adelantan con gran celeridad los trabajos de construcción del acueducto y alcantarillado y la pavimentación de calles en las ciudades de Panamá y Colón. En la capital de la joven República, el primer acueducto y alcantarillado de su historia se inaugura en 1905, y en esta misma fecha sus principales calles han sido ya pavimentadas. Todo lo pagaba el Gobierno panameño.
Después del triunfo sobre el Aedes aegypti se ataca al mosquito Anopheles, más vigoroso y con un radio de acción más amplio. El insecto prospera en pantanos naturales y charcas que cubren extensiones considerables en las tierras bajas de Panamá y Colón.
La labor de drenaje de pantanos es inmensa, lo mismo que son intensos los trabajos de regar aceite para provocar una película que impidiese respirar a las larvas sobre grandes superficies de aguas estancadas. La administración masiva de quinina a los enfermos de malaria alivió grandemente las epidemias. En tres años se vencen las dos enfermedades y, a partir de 1908, la tasa de mortalidad por malaria se reduce a niveles cada vez más irrisorios. En esta forma, la mortalidad entre los trabajadores del Canal desciende, y a pesar de un aumento considerable en la fuerza laboral, el número de hombres que mueren a principios del siglo XX es sensiblemente igual a aquellos cuyo deceso fue registrado a durante 22 años a finales del siglo XIX: a los 6.280 trabajadores que caen víctimas sobre todo de las enfermedades durante la época del canal francés, se añadirán otros 6.603 trabajadores que morirán por las mismas causas durante la construcción del Canal de Panamá realizada por los norteamericanos según los registros del doctor Gorgas. En total, oficialmente se registran hasta 12.910 víctimas entre la fuerza laboral para todo el período de 32 años de construcción del Canal de Panamá.
La población de la ciudad de Panamá aumenta constantemente desde 21.984 habitantes estimados en 1905 hasta 60.500 en 1920, al tiempo que sus tasas brutas de mortalidad descienden de 65,8 por mil en 1905 a 25,0 por mil en 1909 y luego a 21,2 por mil en 1920. Igualmente, un descenso drástico y definitivo de la mortalidad se produce en la ciudad de Colón en donde una población de 11.172 habitantes en 1905 conoce una tasa de mortalidad de 51.4 por mil, la cual desciende a 22.6 por mil en 1909 para dejar atrás, desde 1920 (población de 26.087), las tasas superiores a 20,0 por mil. Al contrario de lo que sucedía durante la época de construcción del canal francés, el comportamiento de la mortalidad sigue un ritmo diferente y hasta opuesto al aumento de los efectivos de empleados de las obras de construcción emprendidas por los norteamericanos. Así, el número de empleados se elevó rápidamente de 26.547 de promedio en 1906 a 50.802 en 1910 y 56.654, la cifra más alta, en 1913. Al mismo tiempo se produce un descenso dramático de la tasa de mortalidad de 41,7 por mil en 1906 a 10,6 por mil en 1909, para luego oscilar entre 5,0 y 11,0 por mil anual durante el resto del período de construcción del canal interoceánico. Esa fue la realidad histórica objetiva que choca con la narrativa falsa, irracional y sesgada.
Para información más detallada ver: W. C. Gorgas, Sanitation in Panama, Nueva York 1915. Weston P. Chamberlain, Twenty-five years of American medical activity in the Isthmus of Panama, 1904-1929, Panamá, C.Z., 1929. James S. Simmons y otros, Malaria in Panama, Baltimore 1939. Omar Jaén Suárez, La Población del Istmo de Panamá, Estudio de Geohistoria, cuarta edición, Panamá, 2013.