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- 08/01/2016 01:01
Mi opinión sobre el presidente
Señor Presidente: Usted sabe muy bien que yo no voté por usted porque lo hice público. Las razones son conocidas, no obstante, repetiré algunas.
Es natural que a un pueblo como al nuestro, al que los medios televisivos, con pocas excepciones, lo inundan de programas que no llegan al centro de las causas reales de nuestra crisis, se dejen llevar por candidatos que les llevan una botella de miel a sus casas.
Usted ha sido uno de ellos. El hombre más sorprendido el pasado mes de mayo por el resultado de las elecciones fue usted. No tenía ni siquiera esbozado un programa de gobierno y menos, un equipo de trabajo capacitado.
Los resultados resaltan a la vista. En año y medio de su gestión no ha hecho absolutamente nada. Entiendo que en el 2019 cuando entregue el cargo al nuevo presidente, si es que hay elecciones, va a dar un discurso incendiario en el que cada párrafo empiece con la frase: ‘voy a hacer…'.
He sostenido que este gobierno empezó en el 2009, ya que usted ha continuado con el mismo programa de Ricardo Martinelli Berrocal, en el cual fue su vicepresidente y canciller durante 26 meses, tiempo suficiente para conocer el meollo de lo que ocurría; sobre todo, la monstruosa corrupción que no tiene precedente en nuestra historia.
Usted fue cómplice por acción y cómplice por omisión. No admito que me diga que no se enteró, porque el señor Erasmo Pinilla en el discurso que anunció su triunfo, nos indicó que fue el mejor alumno de su promoción, lo que indica que su cociente intelectual es bueno.
Usted con una Biblia y con un rosario en la mano engañó a un pueblo creyente en Dios y en Jesús. No puede ser católico un hombre que ha hecho fortuna vendiéndole a la gente un producto tóxico para la salud, que ha llevado a la muerte a mucha gente, como es el seco Herrerano, que dicho sea de paso, es el causante de incesto entre los pobres que son los que más lo consumen.
El hecho que demuestre el rostro acongojado de los frailes y acuda a cuanta misa hay, no lo exime de burlarse de un hombre que entregó su vida en beneficio de los pobres y fue ejecutado por un Imperio, el Romano, mientras que usted siga al pie de la letra las directrices del Imperio actual.
No me diga que es falso que usted, junto a los otros dos candidatos a la presidencia en el 2014 se reunieron con el Secretario de Estado de los Estados Unidos, a puertas cerradas, para recibir las directrices que tenían que ejecutar en caso de ser electos.
No me diga que los Estados Unidos le tacharon el nombre de dos funcionarios de alto rasgo que usted pretendía nombrar en su equipo de trabajo. No me diga que en el 2004, la Embajada de los Estados Unidos los sentó a usted y a Ricardo Martinelli Berrocal, ambos candidatos a la presidencia por partidos opuestos, y les dijo que se tenían que fusionar, y que el candidato sería Martinelli Berrocal y usted el vicepresidente, y usted lo aceptó sin chistear.
Por otra parte, usted ha dado rienda suelta a la farsa que significa el proceso que se le sigue a Ricardo Martinelli Berrocal por los pinchazos (en un proceso en el que usted participó). Un hombre que, como usted, no dejó de implementar una sola orden que emanaba del norte, entre las cuales podemos enumerar la enorme deuda pública que nos va a obligar a devolverle el Canal de Panamá a los Estados Unidos para pagarla; su apoyo a los Estados Unidos en rechazar a Palestina de entrar a la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación y Diversificación, la Ciencia y la Cultura); la ridícula postura de su embajador en la OEA de apoyar la propuesta de los Estados Unidos de entrometerse en los asuntos internos de Venezuela, etc.
No dudo de que hay algunos magistrados que de verdad quieren juzgar al señor Martinelli Berrocal, sin embargo estaban balanceados. Pero, ahora, con la bochornosa actuación del recién nombrado magistrado Cecilio Cedalisse, a quien usted nombró e instruyó para que propusiera a Ayú Prado en la Presidencia de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), con el objeto de querer hacerle ver a los pendejos que Ayú Prado en un santiamén pasó de diablo a santo, y que tiene todo su beneplácito, ya se inclinó la balanza.
Pero este show mediático del juicio de Martinelli Berrocal tiene sus bases: En primer lugar, echar una humarada para que se le permita a su gobierno continuar el mismo estilo del anterior; en segundo lugar, porque usted continúa pinchando nuestras comunicaciones y en tercer lugar, por mandato del norte.
Digo esto último, no solo por los favores que les hizo, sino por la información que les está proporcionando. Usted, a diferencia de Jesús, que murió por los pobres, no solo no ha hecho nada por ellos, sino que ha expuesto a todo un pueblo a manos del EI (Estado Islámico) al ser el único país de América Latina de apoyar la alianza en contra de esa organización terrorista, por instrucciones directas del norte.
Señor Presidente: Yo no soy pendejo. Usted continúa violando el artículo 310 de la Constitución Política de la República de Panamá, que señala claramente que este país no tendrá ejército. Aquí hay un ejército que sigue las directrices del Pentágono, el que, junto a los CIA (Agencia Central de Inteligencia), son los mayores promotores del tráfico de drogas en el mundo.
Usted continúa permitiendo las hidroeléctricas que son un golpe mortal para el ambiente. Usted continúa permitiendo la deforestación del país, a pesar de que cambió de rostro cuando aprobó el primer acuerdo mundial contra el calentamiento global. Usted no tiene siquiera una propuesta científica para mitigar las enfermedades en nuestro país. Usted no ha presentado una verdadera reforma que actualice la educación en Panamá y que se fomente sobre sólidas bases éticas.
Esto último es comprensible, porque la misma no aparece en el engranaje estatal. No tiene ni la más remota idea del significado de lo que es seguridad social. No hay en el horizonte un programa bien estructurado para mitigar la violencia doméstica, ni el maltrato infantil, las principales causas de la conducta delictiva en adolescentes y adultos.
Ya los políticos metieron sus garras en el deporte y lo van a acabar de destruir. En fin, si las enumero en una cuenta o esferita del rosario, va a tener que rezar más de un centenar.
Señor Presidente: Su gobierno es un rotundo fracaso. Sé que está rodeado de ‘Yes Man', que lo alaban cada vez que habla. Su discurso dejó un amargo sinsabor porque la visión de futuro no se dejó ver. Mi consejo es que reflexione. Que vuelva a leer el Nuevo Testamento. Que si Jesús estuviera sentado en la silla presidencial se aboliría la pobreza en el acto, porque no se dejaría mandar por nadie y sacaría a los mercaderes, no del templo, sino del palacio presidencial.
MÉDICO Y ESCRITOR