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- 25/10/2019 00:00
La reforma constitucional por el método de la violencia
No hay que ser politólogo ni adivino para predecir la forma y el final en que se van a aprobar las reformas a la Constitución presentadas por el Ejecutivo a la Asamblea Nacional (AN). El proceso es más que evidente expresado recientemente por la forma en que el 22 de octubre se produce un incidente entre los grupos de estudiantes y docentes de la Universidad de Panamá (UP) que se manifestaron en la AN, que con actos de fuerza y demostraciones de intimidación obligaron a los diputados a derogar los dos artículos que habían propuesto sobre temas que afectarían los intereses de la UP, confirmando cómo funciona el ejercicio del miedo.
Los estudiantes y profesores de la UP, orientados y motivados por el rector Eduardo Flores, se manifestaron y defendieron los intereses del sistema público de educación superior, que consideraron estaba siendo afectado por los dos artículos propuesto por los diputados durante la discusión del primer bloque de las reformas constitucionales.
La manifestación violenta de los estudiantes universitarios logró darle ingreso expedito al rector Flores con una comisión, para que fuera recibido por los diputados de la Comisión de Gobierno, logrando inmediatamente, apoyado por la presión de los universitarios que arengaban fuera del recinto, que el presidente de la AN prometiera retirar de la discusión los dos artículos, una vez se agote la discusión de los tres bloques después del 31 de octubre.
Lo que aquí me ocupa no es la validez de los argumentos presentados por los universitarios para convencer a los diputados, lo que pretendo demostrar aquí es que el método planteado por los manifestantes universitarios y dirigidos por su rector, establecen un precedente funesto contra el ejercicio democrático para aprobar o desaprobar las reformas constitucionales, muy alejado del diálogo y la discusión de ideas. Se establece el método de la violencia como ejercicio de razonamiento.
Durante mucho tiempo lo que se discutió durante la campaña política no fue la necesidad de una modificación de la Carta Magna, sino el método para hacerlo. Prevaleció, por lo que hemos podido reconocer, el método de la reformas constitucionales por medio de las dos asambleas y el referéndum, considerando que la constituyente originaria generaría más riesgo e incertidumbre, por lo que el presidente procedió como lo hizo, consistente y conforme con su promesa electoral.
Lo que ha sucedido entre la UP y la AN demuestra que el método que se ha optado para cambiar la Constitución está muy alejado de la realidad política y muy cercano al futuro inmediato.
Puedo predecir fácilmente, conforme a lo indicado anteriormente, que el método que se usará para resolver los cambios constitucionales será el método de la fuerza, de la presión y del miedo, manejado conforme a planes muy concretos y previstos por los movimientos de izquierda locales, apoyados por los consabidos maestros del engaño.
Lo indicado y previsto localmente está siendo demostrado ahora mismo con los recientes acontecimientos sucedidos en el Perú, Chile y el Ecuador, donde los Gobiernos de turno están siendo doblegados por la presión violenta de manifestaciones populares como método para cambiar las políticas de Estado.
Todo como parte de un plan trazado y cumplido por lo que se conoce como el “Foro de Sao Pablo”, preparado para la toma del poder político y económico mediante cambios violentos para instalar el sistema socialista del Siglo XXI.
El desgaste de las instituciones democráticas, la corrupción rampante, el desprestigio de la Asamblea Nacional, la impunidad causada por un Órgano Judicial inoperante, la debilidad del Órgano Ejecutivo, elegido por minorías y sobre todo el sentimiento de frustración de la población en general causada por los abusos de autoridad, la impunidad y el costo de la vida, le dan a los planes del Foro de Sao Pablo el momento ideal para aplicarlos, por una minoría política insignificante, pero muy preparada para generar el caos.
Lo único que las izquierdas necesitan para intentar cambiar el sistema democrático en la actualidad es una chispa que encienda el polvorín social y considero que el Ejecutivo está provocando esta situación con la presentación de las reformas constitucionales en la AN. Indistintamente si lo hace con la premeditación debida o sin la conciencia del hecho político.
Ya estamos viendo cómo los dirigentes de sindicatos están vociferando en las calles, acusando que las reformas constitucionales son un fraude y una gran mentira y pidiendo inclusive la derogatoria por cómplices del mandato de los diputados y el presidente, preparando el escenario para provocar a la ciudadanía y las masas populares para que participen de manera inconsciente y despistada a apoyar sus propósitos siniestros en las calles, siguiendo a los líderes izquierdistas preparados para generar el caos y la violencia.
La conclusión de lo sucedido está muy claro. Las manifestaciones contra los cambios constitucionales propuestos en la AN van a subir de tono cada vez más y a los movimientos estudiantiles se les van a sumar los sindicales y los movimientos populares y resentidos sociales, para aprovechar la situación y lograr con la violencia en las calles aprobar una constitución de corte izquierdista, donde los intereses de las minorías violentas manden sobre los de las mayorías mansas y abran el camino para el cambio de sistema democrático, para instaurar en Panamá en muy corto plazo un régimen dictatorial del socialismo del Siglo XXI.